El acercamiento iniciado entre el Gobierno y la MUD, que algunos llaman “diálogo”, otros “debate”, y no pocos “ejercicio de terapia y catarsis política”, enfrenta dos ráfagas opináticas: las que ven en dicho proceso un acto lógico y sensato, necesario y vital en cualquier sistema político en crisis, y las que anuncian su corta e infructuosa duración, de cara a la historia reciente del país que ha visto el inicio, auge y evaporación de los aires de diálogo repetidas ocasiones, en manos de la diatriba y la violencia política.
El análisis de los actores y de las circunstancias permite vislumbrar la existencia de diferencias aun dentro de bando gubernamental y del opositor, y ello se inserta en un contexto de profunda desinstitucionalización y ruptura del pacto social, político y económico, producto de la pretensión del gobierno de imponer un modelo fracasado a un país cada vez más deteriorado por sus políticas.
El finado Chávez machacó durante años aquello de la “producción y el desarrollo endógeno”, la “soberanía alimentaria”, la “independencia y patria socialista”, mientras cercaba y acosaba a la producción nacional, y alentaba un elevado y creciente nivel de consumo sustentado en las importaciones, gracias a la mayor bonanza petrolera de nuestra historia, cuyos frutos fueron igual y revolucionariamente despilfarrados y saqueados por la emergente “nomenklatura” boliburguesa.
Y he allí, justamente, un obstáculo que pareciera insalvable en esa ruta que se intenta transitar de “diálogo”. Ante un inflación galopante, incontrolada, que empobrece aceleradamente a los venezolanos; ante una escasez ocasionada no ya por una política de controles y regulaciones de precios, sino de disminución abrupta, calculada y planificada en el flujo de divisas hacia todos los sectores productivos de la nación; ante el cierre de empresas, expropiadas, ocupadas, intervenidas, ante el cese de operaciones anunciados de grandes corporaciones automotrices y de consumo masivo, el Ministro Rafael Ramírez, suerte de “Zar” emergente en lo económico, le saca punta a estadísticas convenientemente redondas para referirse al “éxito del modelo económico de la “revolución”.
Si el gobierno es incapaz de reconocer, no ya sus errores, sino el abierto y rotundo fracaso de ese modelo económico estatista y desfasado, de sus políticas, acciones e inacciones, en ese prepotente autismo económico, y descalifica y sataniza toda crítica o señalamiento en ese sentido, poco podemos esperar, en términos de rectificación o cambio de rumbo, en el citado acercamiento Gobierno-MUD.
Si este reconocimiento, estasinceración del discurso y de los hechos no se produce, la crisis aumentará, y con ella las protestas y movilizaciones de calle, aunque el gobierno se empeñe en criminalizarlas cada vez más, exhibiendo su cariz tiránico, y negando también el más evidente y masivo de sus logros y ejecutorias: un empobrecimiento socialista y “revolucionario”.
@alexeiguerra
Capitalismo Lunar Empobrecimiento socialista y revolucionario
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