El papa Francisco rezó por los explotados y nuevos esclavos del mundo moderno durante el sugestivo Viacrucis nocturno del Viernes Santo en Roma alrededor del Coliseo.
«Recordemos a los enfermos, a las personas solas, abandonadas, que viven bajo el peso de la cruz para que encuentren bajo ese peso la fuerza de la esperanza, de la resurrección y el amor de Dios», dijo el pontífice argentino al término del rito al que asistieron unas 40.000 personas.
El sumo pontífice llegó a bordo de un sencillo automóvil al célebre monumento romano en el corazón de la Ciudad Eterna, en donde miles de personas, turistas y religiosos, la mayoría con antorchas, lo esperaban. Francisco, de 77 años, vestido con un abrigo blanco, asistió como el año pasado al tradicional rito desde la terraza del Palatino, bajo un toldo rojo instalado frente al imponente anfiteatro romano y no recorrió a pie las 14 estaciones.
Este año, el Víacrucis tiene la impronta de Francisco, quien encargó la redacción de las meditaciones que se leen en cada estación al obispo italiano de Campobasso, Giancarlo Bregantini, conocido por sus batallas contra la mafia.
«Jesús con la cruz a cuestas (…) Es también el peso de todas las injusticias que ha causado la crisis económica, con sus graves consecuencias sociales: precariedad, desempleo, despidos; un dinero que gobierna en lugar de servir, la especulación financiera, el suicidio de empresarios, la corrupción y la usura, las empresas que abandonan el propio país», escribió el obispo para la segunda estación que recuerda el calvario padecido por Cristo.
El papa escuchó concentrado las meditaciones que hablaban también de los males que aquejan a los jóvenes de hoy, «condenados a muerte, asesinados o enviados a la guerra, especialmente los niños soldados».
El obispo de Campobasso denunció también los tumores causados en la región de Nápoles por el entierro de desechos tóxicos, un fenómeno nuevo, conocido como la «Tierra de fuegos», provocado por la perversidad de la mafia napolitana, que por años acumuló fortunas sepultando desechos radioactivos en esa zona donde cientos de campesinos siguen cultivando verduras y legumbres, lo que causa efectos graves a la salud.
«Escuchamos el lamento desgarrador de las madres por sus hijos, moribundos a causa de tumores producidos por la quema de residuos tóxicos», recordó.
En las lecturas se hizo alusión también a «la dignidad violada de todos los inocentes, sobre todo los niños», una referencia a la pedofilia, dentro y fuera de la Iglesia.
En cada una de las estaciones la cruz fue cargada por personas representativas de la sociedad como trabajadores, empresarios, inmigrantes, detenidos, huérfanos, enfermos.
El drama de los enfermos, especialmente de los terminales y el de las mujeres que sufren abusos, también fue recordado durante el rito que marca la Semana Santa.