LECTURA – ANTONIA

En un accidental encuentro con un hijo de José Juan (Pepe Pinto) me enteré de que su tía Antonia, hermana de Pepe Pinto, había muerto. Sinceramente, sentí un profundo y doloroso pesar. Abrigaba la idea por estos días de escribir acerca de esta yaritagüeña que fue la mujer más espiritual, más alegre y más romántica que nació, vivió y actuó en nuestro querido pueblo y que animó con todas sus cualidades de ejecutante de la guitarra y con su voz y la de otras voces femeninas y masculinas que se convocaban a la casa de ladrillos para hacer de las tardes una  velada especial. Antonia fue una trovadora entusiasta de la música de su época.
Fue única, su radiante simpatía animada y contagiosa, “charrasqueba” la guitarra, como le gustaba calificar sus ejecuciones. ¡y mire que clásicas ejecuciones! La ejecución de hoy de la guitarra es descoyuntada y desabrida, con ese pasar la mano de arriba hacia debajo de las cuerdas, no son ni la mofa del charrasqueado que hacía Antonia.
Tuvo un defecto inicial en la pronunciación, pero ella lo sabía superar con su contagiante voluntad. Y, entonces, las tardes se desbordaban de animación, de alegría, de entusiasmo  en toda la asistencia. Muchos jóvenes, muchachas y muchachos fueron asiduos asistentes a las veladas promovidas y animadas por esta simpática mujer de contagioso entusiasmo.
Cantaba y se acompañaba a la guitarra, pero también otras voces de muchachas y de muchachos cantaban mientras Antonia los acompañaba con sus charrasqueos. La música de entonces era más sentimental y romántica, era muy sentida. Se cantaban pasillos: “El ave enternecida durmióse en la palmera”. Bambucos: “Grato es  llorar cuando afligida el alma..”. Sones montunos: “Manisero no te acuestes a  dormir ..”. Boleros: “Voy por la vereda tropical..”. Huapangos: “Soy soldado de levita..”. Antonia fue una gran estrella del firmamento de la juventud de entonces; toda alegría espiritualizaba. Amó con pasión desinteresada a su guitarra, a sus canciones y a la sana juventud que sabía  divertirse. Yaritagua tiene una deuda de gratitud con ese incomparable espíritu que fue Antonia Delgado Arias.

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