Las inclementes torturas

Es escarnio y vergüenza y taladra la entraña noble, saber que a Venezuela han vuelto las torturas a ultrajar y llenar de tormento y agonía, esa miseria sagrada que es el hombre. En Barquisimeto se está torturando, sub especies acreedoras de total desprecio, armadas de pusilánimes instrumentos de exterminio, ponen al descubierto, que la violencia es la energía de los débiles.
A pesar que tanto se ha recriminado la infamante tortura, y todo ser consciente la rechaza con vehemencia, un régimen socialista y totalitario, la utiliza con ruindad y vileza, ajeno a la súplica del pueblo, para amedrentar y hacer gravamen irreparable, sin detenerse ante la santa cólera del pueblo.
Todos los países de la actual era democrática, la han erradicado definitivamente, por la irrisión, ultraje y las secuelas morales que adolecen los seres humanos. Por estas exacerbaciones que desencadenan, la ONU, la proclamaron abolida en la faz del mundo, en su histórica Declaración de Derechos Humanos, que los países democráticos han incorporado a su Derecho Público Interno.
De extraordinario alcance y significación es la actitud asumida por Venezuela y hay suficiente evidencia, para confirmar que, es el primer país de la tierra que denuncia la tortura y el trato infame y vejatorio. El Congreso del año de 1.811, hizo precursores debates sobre esa materia y aprobó la soberana “Ley sobre Abolición de las Torturas”, en lo que se adelantó a la memorable declaración de la ONU, en Paris, el 10 de diciembre de 1.948. En nuestro país, un diputado neosegoviano, José Ángel Álamo, fue el propulsor de tan justiciero instrumento legal.
Es triste y denigrante que en el país de hoy, las torturas adquieren dimensión sin tasa ni medida. En el estado de conciencia que se ha formado para conjurar tan infame proceder, hacen rechazos fulminantes los medios de comunicación, el Foro Penal Venezolano, Funpaz, organizaciones católicas, las ONG, familiares y amigos de quienes han sido detenidos, agredidos y torturados a partir de los sucesos del 12 de febrero pasado y formando una poderosa cadena, repudian tan execrable delito, claman y demandan sanción a una justicia, sorda y muda, porque ciega la hacen los atributos de la diosa Temis. Escribimos esta columna el 7-3-2014 y voceros de la prensa dicen en sus mensajes, que han ocurrido 23 días de protestas, 22 fallecidos y 1.322 detenidos, un contexto de angustia, tormentos y represión de un régimen, engendro de dictadura, arbitrariedad y represión a la orden del día.
En todo el ámbito nacional se repudia esta abominable y degradante tortura, que conforme al decir colectivo, la GNB (debería privársele ese honroso calificativo) el SEBIN y la Policía Nacional, son los organismos de mayor participación en la comisión de tan nefandos delitos. Siempre tendremos voz de rechazo a la tortura, porque en carne propia, padecimos sus rigores y vejámenes a la dignidad humana. Por eso no queremos que ser humano sea reducido a ese infame tormento.
General Cesar Figueira Peralta: por su honor, por la dignidad de su cargo, por su esposa, por sus hijos, le imploro no permita que soldados de su mando apliquen torturas y lleven desolación, luto y dolor a hogares venezolanos y reprima con la hoja de la ley, a quienes recurran a este atroz y vejatorio trato. En nuestra convicción, ejercito es la guardia de honor montada ante la majestad de la Republica.