Para recordar: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerían los dos en el hoyo? (Lucas 6:39)
Se espera que los hijos seamos iguales o parecidos a los padres. Se dice normalmente: “El hijo es igual a su padre o madre”; queramos o no, los hijos (los niños) copian modelos del entorno humano y eso se ha cumplido en todas la épocas.
Entre los más imitados pudieran estar: Los padres, maestros, artistas, religiosos, “héroes”. Hoy, está muy en boga la imitación de políticos y con todo el respeto que se merece, son demasiados quienes han tratado de imitar al difunto presidente Hugo Chávez y en la mayoría de los casos se cumple: ¡Los alumnos han superado al maestro! ¿Y eso lo hubiese querido él?
Según Aristóteles: “El verdadero discípulo es el que supera al maestro”. Hay un proverbio Chino que señala: “Si el alumno no supera al maestro, ni es bueno el alumno, ni es bueno el maestro”.
Cuando Jesús dijo: “Un ciego no puede guiar a otro ciego” pudiera indicar la razón que incentiva a un maestro a formarse, pero Cristo se refería al nivel espiritual ¡Ningún humano puede ser mayor, mejor, o superior a Jesús!
Muchos fallamos porque tomamos a los humanos (padres, maestros, pastores, presidentes, como ejemplo, mientras el maestro o el alumnos, no aprende a ver la viga que tiene en su cara y anda mirando la pajilla que tienen los demás en sus ojos. (ver: Lucas 6:41,42).
Según Lucas 6, verso 40, Cristo indicó que un alumno preparado puede llegar a ser como su maestro. En otras palabras, el maestro debe tener claro lo que va a enseñar y el alumno de saber los que quiere aprender.
Alguien dijo: “Jamás se conformen con lo que les enseña el maestro. Si de lo poco que sabe el maestro ustedes captan un algo, y de lo poco que aprendieron le enseñan menos a sus hijos ¡En poco tiempo volveremos a la ignorancia!”.
El ejemplo humano es lo peor que debemos imitar y como dijimos al principio: Hay quienes imitan a los presidentes, hacen de ellos sus palabra y tratan de mantenerlos vivos (como si ellos pudiesen escuchar), aunque hayan muerto.
En contraparte, como una solución, Elena de White señaló: “Todos deberíamos aprender de Cristo lo que significa ser cristiano. Aprendamos de él cómo combinar la firmeza, la justicia, la pureza y la integridad con la cortesía abnegada y la bondadosa simpatía” (A fin de conocerle, p.221).
Nadie puede negar que los gobernantes tienen seguidores, que los endiosan e imitan. Según párrafo anterior: ¿Creemos que nuestros gobernantes, actuales, están dispuestos a combinar la justicia, la pureza, la integridad como lo hizo Cristo? De ninguna manera: Los resultados están a la vista.
Pero, si nuestro modelo no es Jesucristo, ya hemos visto los resultados: “Ciegos guiando a otros ciegos” y de seguro que ambos caerán en el hueco.
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