En un infarto, el tiempo que se tarda en llegar al hospital es clave para la supervivencia del paciente. Pero la vida también depende del tratamiento que se recibe durante el traslado en ambulancia. Si se administra un fármaco (metoprolol) en el trayecto hacia el hospital se consigue proteger el corazón y reducir los efectos del infarto. Esta es la conclusión de un estudio español que ha coordinado el cardiólogo español Valentín Fuster en el CNIC, el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares.
El ataque al corazón se produce cuando se obstruye repentinamente el flujo de sangre rica en oxígeno y deja de nutrir el músculo cardiaco. Si la circulación no se restaura con rapidez, el músculo del corazón comienza a morir y se necrosa. Cuanto mayor es la superficie afectada, peor es la función cardiaca y menos posibilidades hay de sobrevivir y de vivir sin secuelas. Por eso, es tan importante actuar con rapidez. Llegar al hospital cuanto antes, abrir la arteria con un cateterismo, retirar el trombo que produce la obstrucción e implantar un «stent», una malla que mantiene abierta la arteria para impedir que se vuelva a obstruir.
Hasta ahora solo se pensaba que el tiempo en llegar al hospital era clave, la investigación del CNIC demuestra que también se puede proteger el músculo cardiaco con una dosis de metoprolol antes del cateterismo. Basta una dosis única por vía intravenosa «para salvar hasta el 35 por ciento del músculo cardiaco que puede morir durante un ataque al corazón. Es algo excepcional», asegura a ABC Borja Ibáñez, investigador principal del estudio junto a Valentín Fuster.
Un antihipertensivo
El estudio español demuestra que, seis meses después, los pacientes tratados con el medicamento mantienen una función contráctil del corazón mucho mejor que los que no lo reciben. Además, se ha visto que cae en picado la tasa de reingresos hospitalarios por insuficiencia cardiaca crónica y se reduce de forma masiva la necesidad de implantar un desfibrilador automático.
El trabajo se ha publicado en la revista del Colegio Americano de Cardiología, una de las publicaciones de mayor impacto en el área cardiovascular y también se ha presentado en el congreso anual del American College de Cardiología.
Este medicamento «mágico» no es un fármaco de nueva generación y alto coste. Lleva más de treinta años comercializado para el tratamiento de la hipertensión arterial y los problemas de taquicardia. Sorprendentemente, nunca se habían estudiado los efectos como escudo protector del corazón y eso es lo que ha hecho el CNIC. Primero con modelos animales y ahora con el ensayo Metocard, en el que han colaborado hospitales de Madrid, Galicia, León y Cantabria, así como los servicios de urgencias del 112 y del Samur.
El fármaco reduce el consumo de oxígeno y «además elimina de forma masiva la inflamación que se produce en el corazón cuando se restablece el flujo sanguíneo en la coronaria», apunta Ibáñez.
Diez mil millones de ahorro en Europa
A la eficacia del fármaco se añade otra ventaja, su coste. No se trata de ningún medicamento de nuevo desarrollo y precio elevado sino de un tratamiento que lleva más de 30 años en el mercado. La dosis necesaria para reducir los daños del infarto no superan los dos euros por persona. El gasto no es importante y el ahorro, abultado. Solo en tratamientos de insuficiencia cardiaca se pueden ahorrar 10.000 millones de euros anuales en Europa, calcula el CNIC.