Por la puerta del sol Siniestra planta es la tiranía

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Cuando la tiranía hace nido en el corazón del hombre lo vuelve insensible, inescrupuloso, gorrón, inmoral, apaga la voz de su conciencia, renuncia a la razón, se despoja de su esencia, reniega de sus raíces, avergüenza su propia raza. La verdad queda oculta, oprimida y masacrada cuando logra llegar al poder. Cae su máscara, enseña sus puños cerrados, bufa sus odios, pierde el control, sepulta la ley. Sus actitudes y maneras de actuar, demuestran el enorme vacío que hay en sus almas y cerebros. Para lograr sus fines macabros acuden a la violencia escudándose en la paz y el amor; es ésta la forma más perversa que utilizan aquellos cuya propia vida es una falsedad.
La juventud venezolana ha demostrado lo que es capaz de hacer por su patria, su futuro, su libertad y su vida, valores a los que el fuego del patriotismo ha encendido y defienden pese a la fuerza de las armas y violencia del Estado. Saben con certeza que dentro de la jaula de la tiranía hay promesas no comida, no hay esperanzas ni futuro, pensar ni ser dueños de sí mismos. Saben que fuera de esas jaulas, vastas son las extensiones de la libertad, la alegría y los sueños. Seguirán peleando hasta que la verdad se imponga, aunque la mentira siga con sus toneladas de armas arremetiendo contra estos valientes, que sin duda pasarán a la historia como los más fuertes defensores del derecho y libertades de la Venezuela actual.
Cada día nos tropezamos con la amenaza de cobardes armados, por la otra parte nos atacan la delincuencia y los esbirros. Igualmente cada día surgen testimonios de valientes muchachos que desgarran el alma, dan fuerza al corazón y renuevan el coraje.
Ante el temor que representa en este momento la calle para los hijos y nietos, recuerdo aquel poema “Los hijos infinitos” de don Andrés Eloy Blanco en la parte que dice “Cuando se tienen dos hijos se tienen todos los hijos del mundo, se tiene todo el miedo del planeta, todo el miedo a los hombres luminosos que quieren asesinar la luz y arriar las velas, ensangrentar las pelotas de goma y zambullir el llanto en ferrocarriles de cuerda. Cuando se tienen dos hijos se tiene toda la angustia y toda la esperanza, la luz y el llanto, a ver cuál es el que nos llega, si el modo de llorar del universo o el modo de alumbrar de las estrellas”
Aceptar que otro piense y decida por uno es la peor de las esclavitudes, aceptar la mentira como verdad es perder de vista el camino, aceptar vivir arrodillados es perder la dignidad, es renunciar a soñar, es atropellar el propio paisaje; aceptar la orden de recoger las alas es permitir que nos encaden el cielo, que perdamos el rumbo, la luz, esencia, raíz y lo realmente valioso de la vida.
La lucha continúa, Venezuela enaltece y aplaude la valentía de los jóvenes por cuyas venas corren los ríos de fuego de la herencia patriótica como un tesoro quemante; la lucha seguirá hasta que se imponga la verdad y se extraiga de raíz la siniestra planta de la tiranía.

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