La generación 2014 (II)

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El movimiento estudiantil que lleva más de un mes en la calle protestando contra la inseguridad, el desabastecimiento, el alto costo de la vida, la corrupción y la violación de los Derechos Humanos, no sólo se ha fortalecido con el apoyo de la sociedad civil y de la mayoría de los integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) sino que también ha alcanzado un gran prestigio nacional e internacional, que lo convierte en una fuerza imprescindible y protagónica para cualquier propuesta de diálogo, en momentos en que está por arribar a Caracas la Comisión de Unasur, formada por amigos del gobierno.
Cualquier diálogo que se instale sin la presencia de los estudiantes será irrelevante, porque la dinámica de los últimos acontecimientos políticos revelan que su iniciativa de protestar en la calle, en coincidencia con Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, se corresponde con el sentimiento y pensamiento de una mayoría insatisfecha con las políticas de Nicolás Maduro, que cada día hunden más al país en manos del hampa y de los paramilitares, que matan y reprimen con total impunidad.
Como en los momentos más difíciles y críticos en la mayoría de los países hispanoamericanos, cuando en la dirección política de la oposición se han presentado dudas acerca de qué hacer frente al autoritarismo en ascenso, los estudiantes se han colocado a la vanguardia de la lucha por la libertad y la democracia, sobre todo cuando a la racionalidad hay que acompañarla del ímpetu que caracteriza a la juventud que decide luchar por sus derechos constitucionales.
Cualquiera sea el desenlace que tenga esta seria confrontación política, los estudiantes han marcado una pauta y un rumbo, que la resistencia con la cual enfrentan al desafío del autoritarismo, del militarismo y de la represión desbordada, ya forma parte de una historia de heroísmo, patriotismo y conciencia de los valores de la democracia para una vida en libertad. Hacer de la protesta en la calle una forma de lucha irreversible, hasta no alcanzar los objetivos de liberación de Leopoldo, Simonovis y demás presos políticos, del regreso de los exiliados, de la independencia de los Poderes Públicos, del respeto a los Derechos Humanos, es decir, hasta que no haya un cambio de régimen, que garantice la libertad y la democracia, los estudiantes permanecerán en un combate cívico contra el militarismo, contra la evidente tendencia del gobierno hacia el totalitarismo.
Los estudiantes representan hoy la voz, la opinión y la voluntad no sólo de la clase media, sino también de amplios sectores populares, incluso chavistas, cuyos jóvenes bajan de los cerros de Caracas a unirse a la protesta en el Este y Sureste de la ciudad, porque en sus barrios los paramilitares han impuesto su ley de vigilar para controlar, reprimir y hasta matar a quienes se opongan a su mandato al estilo de los comités de defensa de comunismo cubano, cuyo sistema según el propio Fidel Castro no le ha servido ni a sus compatriotas.

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