Haciendo seguimiento al desempeño del nuevo Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad II), José Guerra, economista y expresidente del Banco Central de Venezuela, indicó que, en los tres días en los cuales ha operado, la asignación ha demostrado “no ser transparente”.
Guerra indicó que muchas empresas y personas naturales han participado en la subasta que controla el BCV y no han sido beneficiados con la obtención de divisas, por lo cual considera que no se están respetando los estatutos que garantizarían el éxito del sistema, “de no hacerlo, éste se convertirá en otro Sitme (Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera)”, que fue cancelado por el Gobierno, según el economista, “por los casos de corrupción”.
Muchas empresas no beneficiadas con la obtención de dólares en el Sicad II, advirtió, han migrado nuevamente a la tasa extraoficial del mercado informal, cuyo valor del dólar sobre el bolívar se ha incrementado en los dos últimos días.
Además de la condición de transparencia que debe tener este sistema, para Guerra, una condición que determinará el éxito del Sicad II radica en el músculo que tenga el BCV para alimentar la demanda de dólares. Comentó que el nuevo orden cambiario no afecta el sueldo de los venezolanos, sin embargo, el efecto inmediato se verá reflejado en la inflación de los precios en los productos, los cuales podrían registrar entre 65 a 70% de alza. “No hay salario que aguante esa inflación”.
En la actualidad, refleja el economista, son necesarios entre dos y medios a tres salarios mínimos para cubrir el costo de la canasta de alimentación, y hasta 4 salarios para satisfacer la canasta básica. “Lo que viene es la caída de salario”, asegura Guerra. “No es fácil preservar los recursos de los ciudadanos porque la mayoría devenga dinero sólo para costear los alimentos”.
Habla la gente
Fredmar Yépez, trabaja en una cadena de comida rápida y tiene un salario de poco más de 4 mil bolívares. Según él, este dinero “no alcanza para comprar todos los alimentos que necesita mi familia”. El joven, casado y con una hija menor, indica que su abasto no incluye lujos, “nada de pescado ni cosas caras”.
Al igual que decenas de personas más, realizaba una cola en un establecimiento de la Ruezga Sur con convenios con el Gobierno nacional.
Por su parte, José Torres, otro ciudadano en la cola, explicó que, junto a su hermano, hacen dichas formaciones en busca de los precios más económicos, “gastó 5 mil bolívares mensuales en alimentos”, dijo. De igual forma, Cecilia Pinilla y Joel Sequera, explicaron que diariamente deben gastar dinero no solo en la compra de los alimentos, sino en el transporte que los lleva hasta donde se están comercializando los productos que necesitan.