Aquellos usuarios que tienen la mala suerte de que su batería de carros falle o se agote, deben prepararse para vivir ciertas incomodidades. En la ciudad, existen dos establecimientos que venden baterías al «precio justo», a pesar de hacer colas que empiezan una noche, se prolonga por toda la madrugada, y terminan con la entrega de un número que otorgan los trabajadores de las empresas pasadas las 2 p.m. del día siguiente; además, con el compromiso de volver un día después para que, por fin, instalen la batería.
A las afueras del distribuidor principal de baterías Titán, en la Zona Industrial I, los usuarios hacen colas para conseguir la batería al precio más barato del mercado. El miércoles, todos coincidieron que su odisea comenzó el pasado martes en horas de la noche, cuando se acomodaron e inscribieron en una lista que les permitió mantener el orden, algunos pasaron la noche en las aceras y otros en carros. Después de transcurrir toda la mañana, a las 2 p.m., un trabajador de la empresa salió con los 50 números que se reparten de lunes a viernes, los sábados sólo son 20. Sólo así se pueden ir a su casa, pero tienen que volver al día siguiente con el carro al cual se le instalará su nueva batería, más el carné de circulación del vehículo, la batería que ya no sirve, y con una tarjeta de débito o crédito, ya que no se acepta efectivo, según los avisos pegados en el portón, «por la seguridad de todos».
Además, usuarios como Carlos Álvarez y Carmen Mendoza, denunciaron que, debido a la situación que los hace permanecer a las afueras del establecimiento en la madrugada, están a riesgo de la inseguridad que se vive por el sector. Por eso, hacen un llamado a las autoridades para que den «unas vuelticas» y así resguardar la seguridad de los usuarios.
Comentan que no todos tienen una tarjeta de débito o crédito para realizar el pago; por ello, deben pedir el favor a terceros y hacerle el pago en efectivo. Indicaron que algunos funcionarios de los diferentes cuerpos de seguridad, así como entes gubernamentales, entran a las instalaciones y salen con el nuevo equipo sin someterse a las consideraciones que sí deben cumplir los usuarios.
Además, hicieron referencia que la incomodidad que soportan «no es nada», en comparación a los precios de los mismos productos en otros establecimientos, que se aprovechan de la escasez y cobran el doble por el mismo bien.
Así pues, una batería para carros comerciales varía entre los 1.400 bolívares a los 2.800; mientras en el caso de los vehículos pesados comerciales, su precio se sitúa entre los 2.600 y hasta los 6.000 bolívares. En la calle, donde los precios no están regulados, un dispositivo para vehículos livianos puede alcanzar de 5.000 a 7.000 bolívares.