Varias acepciones tiene la palabra dignidad. Nos podemos referir a la dignidad de un cargo, a la dignidad de un título, a la dignidad de una institución o a la dignidad como nobleza, etc. Cuando me refiero hoy a la dignidad de María Corina Machado, no es a ninguna de esas acepciones, sino a la acepción más valiosa y hermosa de todas, la dignidad personal, esa que, decían nuestros abuelos, “no se compra en la botica”. Porque es la que se aprende en el hogar, en la familia de cada uno. Así es la dignidad personal. Me parece que de estas cosas sabe poco el oficialismo.
El régimen presidido por Maduro ha hecho todo lo posible, hasta la agresión física, por apartar a María Corina Machado de su camino y no lo ha logrado y todo indica que no lo logrará. La respuesta de María Corina ha sido siempre de una gran dignidad y decencia, quizás sea esto lo que más los enardece. Ha dicho cosas fuertes, pero con altura, con valentía, con inteligencia, otro don que no se compra en la botica, y nunca ha tenido una palabra que suene a insulto, a mentira, a ofensa, ni nada parecido. Y vaya si ella ha recibido ofensas. Qué desagradable, por ejemplo, es oír al patético presidente de la Asamblea Nacional dirigirse a María Corina Machado, como si eso la ofendiera, llamándola “la diputada María Machado” y ella sin reaccionar ante esa innecesaria antipatía, toma la palabra con gran dignidad. Ver a unas diputadas enseñar una fotografía de María Corina con el expresidente Bush en la oportunidad que éste la recibió, como si eso fuera un delito.
Pues bien, María Corina se fue a la OEA y solicitó un derecho de palabra a través de Panamá, cuyo asiento en ese organismo le fue cedido, para denunciar las violaciones a los derechos humanos ocurridas acá. Con dignidad, María Corina esperó que se votara la propuesta del gobierno, no del pueblo, nicaragüense, de recibirla en una sesión privada y no pública. Por supuesto el régimen madurista, no el pueblo venezolano como dicen ellos, movió sus perversos tentáculos para impedir una sesión pública. María Corina apenas pudo hablar algo en privado. Nos imaginamos lo que iba a decir la diputada para que se le impidiera hablar. La acompañaron un estudiante, la madre de Génesis Carmona y un trabajador. El presidente de la Asamblea Nacional la acusa de traidora a la patria porque la acreditó ante la OEA un país hermano, bolivariano de verdad, de los que liberó Bolívar, sede del Congreso Anfictiónico de 1826.
Traidores a la patria son los que han entregado a Venezuela a la dictadura cubana.
La dignidad de María Corina
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