Alrededor de 500 inmigrantes consiguieron entrar este martes en el enclave español de Melilla, al norte de Marruecos, en uno de los asaltos «más importantes de los últimos años», afirmó el delegado del gobierno en la ciudad, Abdemalik el Barkani.
El asalto, calificado de «violento» por parte de Barkani, fue llevado a cabo durante la madrugada del martes por alrededor de un millar de subsaharianos que trataron de saltar la triple valla fronteriza que protege Melilla, sometida actualmente a una fuerte presión migratoria.
El grupo, «ayudado por el mal tiempo y la presencia de la niebla», lanzó su asalto algo antes de las 07H00 GMT para saltar la valla de Melilla y «lo han conseguido en torno a 500 personas», explicó Barkani en una rueda de prensa.
Según un comunicado de la delegación del gobierno, los inmigrantes tuvieron «una actitud extremadamente agresiva, con lanzamiento de piedras, palos y todo tipo de objetos contra las fuerzas de seguridad».
El asalto dejó también numerosas heridas leves en los inmigrantes que presentaban cortes y magulladuras, afirmó el comunicado.
Desde el lado marroquí, el ministerio del Interior informó de la detención de unos 250 inmigrantes y de una treintena de heridos, 28 subsaharianos y 5 policías. Según la delegación del gobierno en Melilla, dos de estos inmigrantes sufrieron «heridas de consideración».
Desde principios de 2014, la presión migratoria aumentó en Melilla con el intento de entrada en territorio español de varios centenares de inmigrantes provenientes del África subsahariana, vía Marruecos.
Los enclaves de Melilla y Ceuta son las dos únicas fronteras terrestres entre África y Europa.
En Ceuta, un intento de entrada masivo se convirtió en tragedia el 6 de febrero, cuando 15 inmigrantes murieron ahogados al intentar alcanzar esta ciudad por la orilla.
El gobierno español, que reclama más fondos a la Unión Europea para frenar estas entradas, recibió duras críticas por la respuesta de las fuerzas del orden, acusados de disparar pelotas de goma contra los inmigrantes.
A raíz de esta polémica, la Guardia Civil recibió la prohibición de utilizar este armamento para detener los cada vez más frecuentes asaltos contra estas dos ciudades.