Las voces de penélope – De terrores y sustos

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Las motos y los motorizados han terminado por tener una connotación de terror en un país que como el nuestro, vislumbró un oficio, el del motorizado, como sinónimo del que cobra y deposita con rapidez, sabe cotorrear en la cola del banco o lleva papeles y documentos en un abrir y cerrar de ojos oficinesco. Hoy, el terror acompaña un segundo oficio  cuyo origen es político/delicuencial, amparado en esa impunidad que de tanto ser nombrada, ya vuelve punible el decirlo. Con o sin uniforme,  lo que naciera  hace 12 años y fuera organizado por Lina Ron, como banda para amedrentar y ejercer la violencia y que en su momento recibió la condena de Chávez, hoy es cuerpo parapolicial, banda de choque que con apoyo militar y gubernamental, funciona como mecanismo de ataque para la población que protesta, las manifestaciones estudiantiles o el vecino que cacerolea. La paradoja es que el presidente las llama “Movimiento por la Paz y por la Vida”, lo cual se extiende hasta conformar una Comisión presidencial de motorizados, quizás uno de los pocos ejemplos de comisiones que funcionan, de día y de noche, en cualquier lugar congestionado o apartado en donde la disidencia se manifieste. Y como se nutre del lumpen político, de la delincuencia legitimada, puede ejercer diversas funciones: el mismo día de la Convocatoria a la Conferencia Nacional por la Paz,  estas bandas motorizadas fueron vistas por los 25 comercios que en la ciudad de Maracay fueron saqueados.

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De las declaraciones de Vielma Mora, cuyo sentido último de “mensaje a García”  dan mejor cuenta analistas políticos que literarios, nos llama la atención no sólo su deslinde exhaustivamente especificado, de la represión militar en su estado y a sus paisanos, los excesos y desmanes violentos en contra de los manifestantes, de la GNB, sino la acusación de corruptos en contra de los llamados boliburgeses, quienes serían los que realmente estafaron Cadivi mediante y con empresas de maletín que altos personeros y funcionarios conocen pero no dan sus nombres y para quienes Vielma Mora pide cárcel. Con ello pone en evidencia una de las causas específicas de la debacle económica, reclama la censura, hace recordatorio más que defensa de la validez de los Derechos Humanos, expresa su desacuerdo con las expropiaciones y lo más importante, se diferencia de un sector militar llamado derecha endógena, que a pesar de haberse señalado desde hace tiempo, terminó siendo una versión ideológica de “ahí viene el lobo”. Derecha que para los estudiosos del tema, no es otra que la presencia del gorilismo militar, del cual todos hemos padecido u oído hablar en este continente. Posición que a estas alturas, a quien esto escribe, igual le asusta, pues no excluye la participación de los militares dentro del gobierno, lo cual, dicta la experiencia, ha de ser asunto de civiles.

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