De los medios a las redes

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El  proceso que venía incubándose largamente mostró de forma cruda sus consecuencias en esta crisis, a partir de las protestas de los sectores medios urbanos en el país. La televisión, y aquí vale hablar de este medio en su conjunto, dejó de contarle a la sociedad lo que ocurre en Venezuela. En la radio el proceso es más diverso, con excepciones notables de emisoras o circuitos que se mantienen en la arena informativa, mientras que la prensa escrita por un lado recibe está crisis dentro de su propia agonía por la falta de papel para imprimir, al tiempo que este momento de conflictividad revaloriza los esfuerzos digitales que venían haciendo –de forma desigual- los medios tradicionales de Venezuela. En un período corto de tiempo quedó en claro la mutación: cada vez menos –para el sector medio que es el principal consumidor de información- los medios son la fuente y con mayor fuerza se apela a las redes sociales como referencia para explicar o contar lo que está pasando en el país. Eso, obviamente, trae algunos problemas.

La red social informativa por excelencia, Twitter, sobrepasa largamente los 3 millones de usuarios en Venezuela. Eso hace que su penetración social no sea masiva, partiendo que somos unos 30 millones de venezolanos. La televisión está en el 99 por ciento de hogares y la radio en el 100 por ciento, la lectoría de periódicos en Venezuela ha sido tradicionalmente baja. La prensa es leída y tiene un peso en aquellos que se denominan formadores de opinión, y luego al ser replicada por los medios radioeléctricos bajo el formato de los programas matutinos que fundamentalmente hacen su agenda a partir de lo que trae la prensa escrita.

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Volvamos al Twitter.  Esta red social es usada fundamentalmente por gente joven. 3 de cada 4 usuarios venezolanos está por debajo de los 35 años. Eso la convierte en una suerte de burbuja etaria y social, ya que sus usuarios son principalmente jóvenes, universitarios, de sectores medios, urbanos. En el seno de las redes sociales pareciera que el gobierno de Nicolás Maduro vive sus últimos días, y si bien en este momento muchos usuarios de éstas han desnudado la represión gracias a sus fotografías y videos, y eso es sumamente importante, se trata de un relato incompleto. Y eso no lo podemos olvidar. El relato de lo que está ocurriendo, según las redes sociales, efectivamente ocurre pero no es todo lo que ocurre en el país. Olvidarse de ese detalle puede llevar a extrapolar y exagerar el impacto, significación y alcance de la protesta en el país.

El carácter de burbuja que tienen las redes sociales, encapsuladas muy claramente en un sector social, unido al control político sobre la televisión, la falta de penetración de la televisión por cable y la tradicional ausencia de lectoría de prensa especialmente en los sectores populares, hace que para una parte importante del país (algo así como el 50 por ciento) no tenga una versión distinta a la que ofrece de forma reiterada Nicolás Maduro.  Por si fuera poco, Maduro multiplicó sus apariciones en cadena nacional de radio y televisión. Durante el año 2013, en promedio, Maduro habló  una media hora diaria en cadena, mientras que entre el 12 y 26 de febrero estuvo una hora y 54 minutos, diarios –en promedio-. Efectivamente la gente se cansa de tanta habladera, pero la alta aparición, sin posibilidades de cambiar de canal en los sectores más pobres, junto a la repetición de palabras claves para interpretar lo que está pasando nos colocan ante un sector social importante (por sus dimensiones) que sólo tiene una verdad parcial y que tiene serias dificultades de contrastar lo que dice la voz oficial.

Ante todo esto, comunicacional e informativamente, tenemos otra dificultad propia de las nuevas plataformas: La multiplicidad de relatos sobre un mismo hecho. Los medios tradicionales tienen la virtud (cuando cumplen cabalmente con el deber ser periodístico) de organizarle a su audiencia los sucesos, juntar varios relatos para hacer una historia periodística, jerarquizar, etc. La multiplicación de voces que ha generado esta crisis en Venezuela, de miles de personas informando, enviando fotografías, compartiendo puntos de vista, con una ausencia notable del jerarquizador tradicional (la televisión) hacen que sea muy difícil saber a ciencia cierta qué está pasando hoy en Venezuela, salvo que usted siga siendo lector fiel de la prensa escrita. Tenemos fragmentos, pero estamos lejos de tener una historia. Eso explica, en este contexto, como se ha multiplicado la búsqueda de información de ciudadanos venezolanos, residentes en su país, de las noticias que tienen sobre Venezuela los medios internacionales.

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