De la responsabilidad se conocen varias dimensiones. Se habla de la administrativa, de la civil, de la penal, a las cuales se les ha dedicado innumerables reflexiones vertidas en voluminosas obras, que para eso están los tratadistas en materia de Derecho. La responsabilidad social adquiere relevancia y profusión en el ámbito empresarial y el debate cruza las fronteras de lo privado para instalarse en las demandas hacia el Estado y sus instituciones. Pero no hablemos de responsabilidad política, porque toda transgresión a la norma y, por ende irresponsabilidad, generalmente encontrará en el postulado maquiavélico su supuesta fundamentación.
Circuló en las redes comunicacionales (Noticierodigital.com y Diario El Carabobeño, edición digital del 26/ 02/ 2014, entre otros), un artículo de la periodista Milagros Socorro, titulado: “Nuestros propios vecinos”, en el cual narra un suceso que se multiplica en urbanizaciones de algunas ciudades del país: las guarimbas. Le tocó vivir en carne propia, al lado de la hija de Simón Díaz, Bettsimar, el drama que traduce toda la violencia contenida en esa acción de protesta, devenida en un acto de terrorismo. Amenazas de agresión física e insultos. Su descripción es elocuente, en la frase que lo resume: “Paralizada ante la circunstancia muy dolorosa, de que nuestros vecinos hubieran devenido en nuestros propios verdugos”.
Con todo el escepticismo que deja la lectura detallada de ese relato verídico, en gran medida es similar al que se recoge de amigos, ciudadanos comunes, sin militancia partidista, opositores al gobierno, a quienes también se les impide su derecho al libre tránsito y no poder salir de sus urbanizaciones, aquí en Barquisimeto y, sobre todo, en Cabudare. Digo escepticismo, porque al final la periodista asume que son “infiltrados” e “hijos de Chávez”.
“Quienes protestan lo hacen para exigir el respeto a los derechos humanos – me comentaba uno de esos amigos – y claman por justicia ante los organismos internacionales por la aplicación de la Carta Democrática. Pero, nosotros ante cuál instancia acudimos ?”
Es evidente que plantearse una protesta de esa naturaleza “en nombre de todos los venezolanos” y la misma genera reacciones adversas, incluso en el propio sector que la promueve, es factible que termine convirtiéndose en un “boomerang”, revirtiéndose su efecto político. Pero la culpa de todos, se torna en la excusa. El pragmatismo, la “realpolitik”, no siempre supera a la Política (con mayúscula).Hay momentos en los cuales asumir la responsabilidad política tiene mayor trascendencia que “hacerse de la vista gorda” o voltear la mirada hacia las instancias internacionales, sin mirarse el ombligo. Ya lo decía Nietzsche: “la responsabilidad es la capacidad de poder disponer por anticipado del futuro”. Allí reside la visión de los verdaderos líderes.
Planteamientos (I)responsabilidad política
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