Los obispos auxiliares y el arzobispo de Caracas, cardenal Jorge Urosa Savino, pidieron este viernes que cese la violencia en el país. «Queremos reiterar nuestro llamado a todos los habitantes de Caracas, independientemente de su simpatía política, a la convivencia y a la paz», expresa la nota de prensa.
Los representantes de la Iglesia Católica deploraron la presencia de «integrantes de los colectivos del oficialismo» quienes «deben ser desarmados y sometidos al imperio de la Ley».
El arzobispo de Caracas recordó que el uso de al fuerza está reservado a los cuerpos de seguridad del Estado. «Rechazamos los ataques con armas de fuego por cualquier ciudadano», indica el texto.
Reiteraron su llamado a servir como mediadores de un posible diálogo entre los estudiantes y el Gobierno Nacional.
Lea el comunicado completo:
1- Ante la reciente escalada de violencia en torno a las manifestaciones de protesta que se desarrollan en diversos lugares del país desde hace un mes, los Obispos Auxiliares y el Cardenal Arzobispo, Jorge Urosa Savino, queremos reiterar nuestro llamado a todos los habitantes de Caracas, independientemente de su simpatía política, a la convivencia y a la paz. Solicitamos que las responsabilidades legales por los fallecidos en estos enfrentamientos, especialmente en los últimos días, sean determinadas por una investigación seria, imparcial y objetiva. Deploramos esas muertes, y manifestamos nuestras condolencias a los familiares y amigos de todos los fallecidos desde el inicio del conflicto.
2-La Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana publicó el 14 y el 25 de febrero dos comunicados que asumimos plenamente, llamando al diálogo entre los diversos sectores: los estudiantes, los seguidores de la oposición, los seguidores del oficialismo, y el Gobierno Nacional, de quien dependen los cuerpos de seguridad del estado.
3-En esos comunicados, además de reivindicar el legítimo y constitucional derecho de los estudiantes, de los jóvenes y de los ciudadanos en general a la protesta y a las manifestaciones pacíficas, los Obispos indicábamos la necesidad de que el Gobierno escuche las exigencias de los manifestantes, y proceda a atender sus justos reclamos dando respuesta efectiva a las causas de las protestas.
4- Igualmente los Obispos señalábamos también nuestro rechazo a la violencia, venga de donde venga, tanto en la forma de las protestas, como en la contención o represión de las mismas. Rechazamos que algunas de las manifestaciones hayan sido atacadas con armas de fuego, presuntamente por algunos funcionarios de seguridad del Estado o por civiles armados, así como las presuntas torturas y violaciones de los derechos de los detenidos.
Igualmente rechazamos las muertes acaecidas por obstáculos a la circulación presuntamente puestos por manifestantes, y el uso desproporcionado de la fuerza en las acciones represivas, lo cual ha producido algunos muertos y un gran número de heridos. Lamentablemente estas acciones han continuado, a pesar del diálogo iniciado el 26 de febrero en la Conferencia de Paz propuesta por el Presidente de la República,
5-De la manera más serena y respetuosa pero firme, pedimos a los diversos sectores implicados, en particular al Gobierno y a quienes ejercen responsabilidades de dirigencia política, que redoblen esfuerzos para llamar a sus seguidores a poner fin a la violencia: tanto en las manifestaciones de los ciudadanos, como en el uso de la fuerza por parte de funcionarios de seguridad. En este sentido, la mayor responsabilidad la tiene el Gobierno Nacional, que marca el ritmo de la vida del país, y debe instruir a sus funcionarios sobre el uso proporcional de la fuerza, la cual debe ser ejercida en el marco de las leyes y exclusivamente por los organismos oficiales.
6- Reiteramos que los integrantes de los colectivos del oficialismo deben ser desarmados y sometidos al imperio de la Ley. Rechazamos los ataques con armas de fuego por cualquier ciudadano. Deploramos el llamado a grupos civiles organizados y a los colectivos a reprimir las manifestaciones. El uso de la fuerza está reservado por las leyes a los cuerpos de seguridad del Estado, a quienes corresponde en exclusividad contener la violencia que puedan desplegar algunas personas. La intervención de estos grupos en la contención o represión de manifestaciones, además de ilegal, es sumamente peligrosa y amenaza con dar más fuerza todavía a las protestas de los ciudadanos.
7-En estos momentos son necesarias la serenidad, la colaboración de todos los ciudadanos para fomentar la concordia y evitar hechos violentos que atenten contra el orden público o pongan en peligro la vida de las personas, así como la voluntad efectiva por parte del Gobierno de resolver la actual crisis. Y sobre todo, es preciso que nos reconozcamos todos como hermanos, miembros de un mismo pueblo, e hijos de Dios por igual.
8- Invitamos a los fieles a participar este próximo fin de semana en la celebración de la Eucaristía en las diversas Iglesias de Caracas, para pedir al Señor por la paz, que solo Dios, el Rey de Reyes y Señor de Señores, nos puede dar. Que El nos conceda superar este momento difícil y resolver nuestros conflictos pacíficamente. Invocamos, pues, la ayuda de Dios sobre nuestra querida Venezuela, y exhortamos a todos los católicos, independientemente de su simpatía política, a deponer cualquier sentimiento negativo.
Ponemos estas intenciones y anhelos en manos de nuestra madre común, Nuestra Señora de
Coromoto, patrona de Venezuela y de nuestra Arquidiócesis de Caracas.