El gobierno de Colombia y las FARC cerraron este jueves sin avances y con recriminaciones mutuas un ciclo de pláticas de paz, con la delegación oficial acusando a la guerrilla de convertir los diálogos de La Habana en un «ring de boxeo».
«No aceptamos que desde este escenario de paz, las FARC se conviertan en jueces de las instituciones y los funcionarios. No, no lo son», dijo a la prensa el jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle, al rechazar las duras críticas lanzadas por la guerrilla al ministro de Defensa colombiano, Juan Carlos Pinzón.
«La delegación del gobierno no caerá en el juego que pretenden montarnos las FARC de convertir la mesa de conversaciones en un ring de boxeo. No es el propósito de estas conversaciones», agregó De la Calle, al responder las críticas a Pinzón formuladas este mismo jueves por el jefe negociador de la guerrilla, Iván Márquez.
Márquez acusó a Pinzón de «disparar» contra la paz, de ser «lacayo» de la CIA, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, y de estar involucrado en escándalos de corrupción en las Fuerzas Armadas colombianas.
«Este sujeto (Pinzón), al que la CIA parece haberle asignado, dentro de su condición de lacayo, el papel de disparar todos los días contra el propósito de la paz por el que claman los colombianos», dijo Márquez a la prensa.
Pero la respuesta de su contraparte fue igual de dura.
«La delegación de las FARC se refiere al ministro de la Defensa en términos que para nosotros son inaceptables. En vez de crear un ambiente favorable a la paz, las FARC con su lenguaje desmedido están minando la confianza y creando obstáculos para el buen suceso y trabajo de la mesa de conversaciones», dijo De la Calle, quien pocas veces habla con la prensa en La Habana.
Con este duro intercambio de palabras ambas partes cerraron el vigésimoprimer ciclo de conversaciones de paz, en las que no hubo grandes avances en la discusión del punto de las drogas ilícitas, pero volverán a la mesa de negociaciones el 20 de marzo en su intento por poner fin a un conflicto armado de medio siglo.
Las dos delegaciones vienen discutiendo desde hace cuatro meses el tema de las drogas, tercero de los seis puntos de la agenda de las conversaciones de paz, iniciadas el 19 de noviembre de 2012, en las que Cuba y Noruega sirven de «garantes», y Chile y Venezuela de «acompañantes».
Hasta ahora ambas partes han consensuado los dos primeros puntos –desarrollo agrario y participación política– y quedan por delante el abandono de las armas, la reparación de las víctimas y el mecanismo para refrendar un eventual acuerdo de paz.
Además, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la mayor guerrilla de ese país, propusieron este jueves la «realización de una conferencia internacional sobre producción y tráfico de drogas ilícitas, así como de concertación de políticas para enfrentarlas», en un documento leído a la prensa por su delegado Fidel Rondón.
«La conferencia estará integrada por representantes de los países productores y consumidores, de instituciones académicas y de investigación, de productores de hoja de coca, amapola y marihuana, y de consumidores organizados», dijo Rondón.
Márquez declaró que «está demostrado que en Colombia la llamada guerra contra las drogas, que ha servido de mampara para desenvolver acciones contrainsurgentes, aumentar la represión a las comunidades empobrecidas del campo y escalar la confrontación, ha fracasado».