El llamado gubernamental a una mezcla de catarsis con propaganda, bajo el nombre de “conferencia de paz”, dejó un saldo. Para el diálogo político no hay confianza. Y en materia económica la situación es tan grave que exige una “comisión de la verdad económica”.
Esa noche, el alegato oficial de la “guerra económica” como causante de la escasez y la inflación salió mal herido. ¿Con qué cara puede sostener el Ejecutivo lo que dijo la víspera el Vicepresidente en la Asamblea de que la ola de protestas y el “golpe de estado” están motivados por la Ley de Precios Justos?
Empresarios y otros sectores fueron de buena fe a plantear las cosas y lo hicieron con claridad. Ahora debe el gobierno dar pasos concretos y demostrar que habla en serio. Para eso debería oír a quienes invitó y descartar a quienes llevó a decirle que todo va de maravilla. Ese es su problema.
Porque sin tanto espectáculo, con menos formalidad, los empresarios le han dicho todo eso antes al gobierno, y no les han hecho caso.
De paso, en la cita se notó la ausencia de los trabajadores. De sus organizaciones no estaba Faddes, ni la CTV, ni siquiera la revolucionaria UNT, pero tampoco Codesa, la CGT, ASI, Mosbase, o gremios de la significación de Fapuv, Apucv o Apauna. Sólo la más oficialista de las organizaciones laborales.
En el plano político, que afecta todo, la cuestión es la vigencia efectiva de la Constitución, ese librito azul detrás del cual el gobierno intenta esconder su voluminosa arbitrariedad, pero que cotidianamente se lleva por delante.
La mayoría de los poderes públicos tiene plazo vencido y actúan con descarada parcialidad que los aleja de su papel constitucional, con el resultado de una ciudadanía indefensa. A la Asamblea Nacional se la desnaturaliza a diario, y se impide que ejerza sus tareas de representación, legislación y control. Se politiza la AFNB y se militariza la política, contradiciendo la Constitución. Toda manifestación de oposición o crítica es tachada de conspirativa. La libertad de expresión y el derecho a la información son asfixiados mediante maniobras abiertas o encubiertas. A los dirigentes del gobierno les parecerá todo eso muy natural, como quien dice la situación ideal. Pero, constitucionalmente, ni natural ni ideal. Y políticamente en la disolución de las reglas está la raíz de un conflicto sin fronteras.
En el evento miraflorino, Vladimir Villegas atinó al puntualizar que quienes no vinieron es porque no confían, porque el Presidente no les ha dicho que sí se va a rectificar. Por otra parte, de lo que dice diariamente el gobierno se colige que tampoco confía en la oposición.
Así que para el diálogo político indispensable, se precisa lo obvio: agenda y condiciones, y un tercero de buena fe, nacional o internacional, que garantice, facilite o si hace falta, medie. Y eso lo planteó también la Mesa de la Unidad el mismo miércoles 26.
Con relación a la coyuntura, hay cosas concretas que se deben hacer. Cinco pasos para la paz planteó la Mesa de la Unidad en rueda de prensa el 14 de febrero, hace catorce días que parecen un siglo: libertad de los detenidos, cese de las persecuciones, desarme de los “colectivos” paramilitares, castigo a los responsables de las muertes del 12 de Febrero y responsabilidad en los mensajes del gobierno. Hoy hay más detenidos y la represión es mucho mayor. Se sigue persiguiendo a opositores y a la prisión de Leopoldo López se agrega la orden de captura a Vecchio. El gobierno sigue empeñado en el discurso irresponsable del “golpe de estado”.
Uno solo de los pasos propuestos entonces se ha dado: Recién se ha anunciado la detención de los responsables de las muertes del 12, todos efectivos del Sebin, pero una noticia tan importante se da sin énfasis, porque contradice la línea argumental oficial del “golpe de estado”. La verdad es que el gobierno ha dado prioridad a unir a los suyos y a responder con propaganda a problemas que son muy de fondo y que nacen del empeño gubernamental en ignorar la realidad. Uno de los datos más protuberantes de la realidad es que el malestar tiene su fundamento en serios problemas económicos y sociales que se acumulan sin resolverse y en una inseguridad asentada en la impunidad, y, entre los jóvenes, la creciente percepción de que se reducen sus oportunidades a futuro.
Por eso, he recordado mucho en estos días la canción aprendida en años juveniles: “No, no, no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”.