Estudiantes y periodistas, trinchera de la verdad

En nuestra conmovida Historia Civil, no hay más parecida identidad de ideas y principios, que estas que coaligan estudiantes y periodistas, en los sacrificios y obstáculos que tienen que superar, en su lucha cimera por la libertad y el predominio de los Derechos Humanos, en estas tan denodadas circunstancias desatadas y la violencia, que es el arma de los débiles.
Impulsa esta lucha desigual, un gobierno despótico, que todo lo confía a la maledicencia y donde estudiantes y periodistas con entereza y gallardía, levantan su bandera acrisolada, para defender pacíficamente y dentro de la Constitución todo el legado de libertades. Se tiene por cierto, que esta bandera no claudica ante las acechanzas y se ha enfrentado con dignidad y honor, a las arremetidas furiosas de los “gases del bueno”, que antes se solazaba en recomendar el difunto comandante, otros instrumentos de exterminio y hasta plomo de la GNB, que no debería portar tan honorífico nombre. Estas escenas de violencia donde el pueblo ha padecido hasta el infame ludibrio de las torturas abolidas por todas las legislaciones del mundo.
En todas las épocas, estudiantes y periodistas han sabido enfrentar las adversidades de cualquier tipo, tal cual como las vividas en los presentes meses, por la pavorosa crisis de violencia, que se hace sentir en todo el país, por un gobierno arbitrario, que ha hecho uso de armas reglamentarias, para reprimir las protestas populares, que claman no solamente por derechos y libertades, sino también: por la corrupción, la escasez, la represión de la prensa, el deterioro de los servicios públicos, lo indebido de una justicia corrupta y la ausencia clamorosa del estado de derecho. La fenomenología presentada configura una situación general de crisis que requiere de diálogo institucionalizado para resolver pacíficamente las desavenencias, o adoptar el recurso de la mediación de instituciones y personalidades y con su influjo, resolver las disidencias sin violencia y conforme las pautas constitucionales.
Estas protestas que insurgen en Táchira, se extienden a la capital y abarcan el país nacional, muestran un escenario que ha despertado conmoción general para la fecha cuando escribo esta columna, 13/03/14, comprende los siguientes vectores: alcanza 30 días de protestas, han fenecido 26 personas, cuenta 48 heridos y enumera 1.323 personas detenidas. Los números señalados, hablan con absoluta objetividad, de cómo la violencia y agresión del oficialismo mantienen en zozobra la vida nacional.
En estos delitos políticos, los estudiantes con sin igual reciedumbre, asistidos de la voluntad heroica que les caracteriza, han estado a la altura de las circunstancias. Se mantiene la digna y decorosa tradición de antaño, que nuevamente los presenta en la cúspide de defensores de la libertad, que se reconquista cada día. Porque es como saberse herederos de la gesta imperecedera del Rector José Félix Ribas y continuadores de esta proclama, para alcanzar triunfo definitivo: “Sin más esperanza que el premio que da la virtud de los héroes que combaten por la razón y la justicia”.
Al igual los periodistas, émulos en lealtad y gallardía, han padecido hondo las represiones y con fe y dignidad, nos dictan el mejor mensaje que le es dado transmitir. Pero, el intenso tormento y la violencia extremada, no solamente abarca el aspecto físico, camina más allá: se confabula en la destrucción de equipos de la diaria labor, en la sustracción de material, en infracción a la libre expresión del pensamiento y al derecho a la información, es decir, la comisión en cadena, de delitos contra la libertad de imprenta.
Los responsables de estos delitos de lesa patria y de genocidio, que ambos se han perpetuado en crimina-lidad conjunta, los espera la justicia, más temprano que tarde. Estos máximos delitos contra los Derechos Humanos no prescriben y conservan su poder coactivo, por una eternidad.