El guitarrista español Paco de Lucía, que revolucionó la música flamenca tiñéndola de jazz y otras influencias y proyectándola a los escenarios del todo el mundo, murió en México a los 66 años, dejando un legado musical que «perdurará por siempre».
El músico fue víctima de un infarto, precisó este miércoles el ayuntamiento de Algeciras, su ciudad natal, al anunciar el fallecimiento.
«La muerte de Paco de Lucía convierte al genio en leyenda. Su legado perdurará por siempre», afirmó José Ignacio Landaluce, alcalde de esa localidad del sur de España, que decretó tres días de luto oficial. «Aunque él se haya ido, su música, su manera genial de interpretar, su carácter, siempre estará entre nosotros», agregó.
Según un amigo íntimo del músico, Victoriano Mera, citado por el diario El País, el guitarrista «se encontraba jugando con sus hijos en una playa en Cancún, donde poseía una casa, cuando se ha sentido súbitamente indispuesto».
Esta desaparición repentina provocó un alud de reacciones.
Los reyes y los príncipes de Asturias enviaron sendos telegramas de condolencias, afirmó la Casa Real.
Destacando a una «figura única e irrepetible», también el ministro de Cultura, José Ignacio Wert, transmitió el pésame a su viuda.
«Se nos ha ido un genio con mayúsculas», lamentó la presidenta regional de Andalucía. Es «un mazazo muy gordo para el mundo del flamenco, de la guitarra», aseguró el guitarrista flamenco Paco Cepero.
Francisco Sánchez Gómez nació el 21 de diciembre de 1947 en el seno de una familia gitana. De su madre, Lucía Gómez ‘La Portuguesa’, le vino el sobrenombre De Lucía, con el que se hizo mundialmente conocido tras modernizar el flamenco tradicional.
«El flamenco es uno de los géneros musicales más sofisticados y exigentes», había dicho el músico en una entrevista en 2004, considerando que había «sido maltratado en España» igual que ahora «en Brasil o Cuba, países de una riqueza musical extraordinaria, las clases acomodadas sientes vergüenza de su folclore».
El guitarrista, que comenzó su carrera en los «tablaos» de flamenco con 12 años sin saber solfeo y llegó a ser Doctor Honoris Causa por universidades como la de Cádiz o Boston, sumó en 2004 el Premio Príncipe de Asturias de las Artes a una larga lista de reconocimientos.
«Todo cuanto puede expresarse con las seis cuerdas de la guitarra está en sus manos», había afirmado el jurado.
Entre su extensa discografía destacan títulos como la rumba «Entre dos aguas» (1973), el album «Friday night in San Francisco» (1981) junto a los guitarristas de jazz Al Di Meola y John McLaughlin, o sus últimos trabajos «Cositas buenas» (2004) y «En vivo» (2011).
Entre sus aportaciones al flamenco quedará la introducción del cajón de madera, instrumento que los esclavos africanos llevaron a Perú en el siglo XVI y que el guitarrista conoció durante un viaje a Lima.
A De Lucía le gustaba recordar que debía su carrera a su padre, un cantante de flamenco desconocido.
«Los gitanos son mejores porque escuchan la música desde que nacen. Si no hubiese nacido en la casa de mi padre, yo no sería nadie hoy. No creo en el genio espontáneo. Mi padre me obligó a tocar la guitarra desde que era niño», afirmó en su libro «Paco de Lucía. Una nueva tradición para la guitarra flamenca».
La leyenda decía que su padre lo ataba a la pata de la cama para forzarlo a practicar. «No era así, era más psicológico. Me preguntaba ‘¿durante cuánto tiempo has trabajado?’ Yo le respondía ’10 ó 12 horas’ y veía su cara de felicidad», había desmentido De Lucía.
Sus precoces inicios en los «tablaos» flamencos, ambientes nocturnos llenos de humo, le permitieron llevar dinero a su casa. Pero a los 15 años ya colaboraba en grabaciones de discos en Madrid.
Allí conoció a otro músico de 15 años que se convertiría en un mito del flamenco moderno, el cantaoir Camarón de la Isla, con el que no dejó de tocar hasta su muerte, en 1992, víctima de un cáncer.