Una orden de allanamiento emanada por la juez de Control N° 9, Leyla Zicarelli, fue presentada por parte de unos funcionarios del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas) de la Guardia Nacional Bolivariana, quienes según el documento, buscarían “objetos para trancar las vías de acceso a la ciudad, armas de fuego y bombas molotov, asimismo vehículos automotores que serán utilizados para crear incertidumbre y caos”.
Desde tempranas horas del día, efectivos en motos rojas, vestidos de civil pasaban por la casa de Juan Carlos Roa y tomaban fotos. El hombre presumía que algo estaba pasando. A las 8:30 am., se apersonaron los uniformados, quienes además cerraron las vías de acceso a la carrera 28 entre calles 16 y 17 de Barquisimeto. Informaron la operación que debían hacer pero Roa no abrió la puerta hasta que sus hermanos llegaron.
Finalmente ocurrió el allanamiento, revisaron cada espacio de la casa. Todas y cada una de las 12 habitaciones, las cuales están alquiladas a estudiantes, quienes en su mayoría no se encontraban debido a la suspensión de las actividades académicas.
“El miedo que tenía era que me colocaran algo ahí para llevarme pero no encontraron nada. No me golpearon y hallaron todo normal, no voltearon las cosas”, aseveró el propietario de la vivienda.
Mientras se ejecutaba el allanamiento, afuera la comunidad enardecida esperaba los resultados. Con banderas de Venezuela en manos protestaban, gritaban consignas y hasta cantaban el Himno Nacional. Unos frente a la casa y otros en la esquina de la misma, quienes acompañaban sus cánticos con las cacerolas, y las cornetas de los carros que pasaban por el lugar.
Pasadas las 11 de la mañana los funcionarios se retiraron al no encontrar nada. El grupo de personas persiguió y acorraló a los efectivos hasta que se montaron en el camión de la GNB y partieron.
De modo posterior, denunciaron que el allanamiento se había hecho por denuncias de un vecino llamado William Escalona, quien había tenido un impase dos días antes con Juan Carlos Roa. “Por aquí hemos protestado pacíficamente todos los días, pero a ellos le molesta. William se estaba metiendo con unos menores y mi hermano le reclamó”, declaró Anabel Roa.
Finalmente, al verificarse que en la residencia estudiantil no había elementos desestabilizadores, la comunidad marchó alrededor del sector y fueron hasta la vivienda de la familia Escalona donde gritaban al unísono: “¡Sapo, sapo!”