Para recordar: “Y daré poder a mis dos testigos, que profetizarán vestidos de saco durante 1.260 días.” (Apocalipsis 11:3)
Nadie puede negar para que alguien sea enjuiciado y poderlo imputar, se necesita más de un testigo. Eso es algo bíblico (ver Deuteronomio 19:15; Mateo 18:16). Tristemente, encontramos casos en Venezuela y el mundo que eso se ha obviado.
En los periódicos, como EL IMPULSO, se escribe la historia día a día y sirven como testigos de lo que está pasando. Lamentablemente, a algunos los han callado, pero, gracias a Dios, así no ha pasado con los “dos testigos”. Sin embargo, al cerrar un medio de comunicación también se cierra la oportunidad de predicar la Palabra de Dios.
Jesús dijo: “Si alguien oye mis Palabras, y no las guarda, yo no lo condeno, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis Palabras, tiene quien lo condene. La palabra que hablé lo condenará en el último día” (Juan 12:47, 48).
Algunos adversan a la Biblia, porque dice la Verdad ¡La verdad duele! Para ello y bien de la humanidad, Dios escogió hombres y mujeres que escribieran la historia desde Génesis hasta el Apocalipsis (unos 96 años después de Jesucristo).
La Biblia (cuyo centro en Jesús) como Libro aparece con la llegada de Gutenberg (1500 d.C.); el inventor de la imprenta, ya que se encontraba en rollos o pergaminos. Luego como Libro, se ha querido destruir, anular, cambiar, pero siempre están allí: Hablándonos como los “dos testigos” de Dios.
Con la persecución cristiana, después de Cristo, prácticamente desaparecieron los “dos testigos”. Ahora bien, la profecía de Juan, apuntaba a que ellos, (los dos Testamentos) estarían profetizando, vestidos de “saco” de silicio durante 1.260 años.
Casi se extinguen tras el nacimiento del papado, en el 538 d.C.; sufrieron el oscurantismo religioso; resistieron la inquisición; resurgieron un poco durante la reforma (por eso de la Imprenta), soportaron ser quemados en Francia, hasta llegar al derrocamiento (parcial) del papado por parte del General Berthier, cuando Napoleón Bonaparte, en (1798), cumpliendo así la profecía apocalíptica de los 42 meses ó 1.260 años (Apocalipsis 11:2,3).
Se pudiera decir que hay un ejemplar de los “dos testigos” (la Biblia) en cada casa. Nos toca a nosotros dejar que ellos hablen y le lleven mensajes a gobernantes, a todo ciudadano, que hay un Dios que está arriba en el cielo y pronto viene a juzgar: A premiar o condenar nuestra conducta; sin olvidar que con las Palabras de los “dos testigos” seremos juzgados ¡Hay de aquel que se meta con la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento)! (Apocalipsis 11:5).
Por más que quieran silenciar a los periódicos u otros medios de comunicación, “no callarán a los dos testigos”.
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