Si partimos de una incorrecta valoración de nuestra propia imagen corporal, nos estaremos asegurando no sólo un fracaso estético o reconstructivo, sino también un duro revés a nuestra estabilidad emocional y nuestra autoestima.
Nuestra imagen corporal es dinámica. Se encuentra en constante cambio y redefinición. Es influenciada por la sociedad y culturales, las situaciones personales y afectivas de la persona, los eventos traumáticos y quirúrgicos previos de la misma, el envejecimiento etc. Es por eso, que la cirugía plástica, ya sea en su versión reparadora como en su versión estética tiene un rol fundamental en la sociedad.
Una mujer mastectomizada tras un cáncer de pecho, ve rota su propia imagen corporal y esto repercute en sus relaciones interpersonales y sociales, su desempeño profesional y en definitiva en su vida diaria.
Del mismo modo, una joven con falta de desarrollo mamario o con una forma nasal poco atractiva, puede llegar a automarginarse y a acomplejarse de tal modo que sólo con el apoyo psicológico adecuado y la guía y ejecución quirúrgica correcta, podrá superar este problema. Esto quiere decir que la cirugía plástica es un complemento útil para conseguir mejorar la estabilidad emocional de las personas. Sin embargo, no es ni mucho menos la forma ideal de tratar un problema de auto imagen y autoestima. Yo siempre le digo a mis pacientes que la depresión y las obsesiones, no las cura el bisturí, y esto es la pura verdad. También es cierto, que el mejorar nuestra apariencia, alimenta nuestra autoestima y por ello puede contribuir a nuestra felicidad. Es quizás en este difícil balance donde debemos movernos.
Lo que está claro es que en muchas ocasiones, no nos damos cuenta de los detalles reales de nuestra anatomía y lo que generalmente sucede, es que tendemos a centrarnos en un área que nos disgusta o que consideramos inaceptable, olvidando que nuestro cuerpo no es la suma de sus partes, sino un conjunto armónico, y que nuestro ser personal no es sólo piel, grasa, carne y hueso, sino también espíritu, intelecto y afectividad.