Los bebés con excesivo peso o altura pueden presentar problemas de salud o un nacimiento más complicado, aunque hoy en día la mayoría de los casos son detectados previamente evitando males mayores.
Se calcula el peso y la altura considerando también la edad gestacional, pero en general los bebés que sobrepasan los parámetros de las tablas son considerados de riesgo. Por encima de los 4 kilos comienzan a ser observados, pero los casos que se vigilan como potencialmente patológicos son los que alcanzan pesos superiores a 4 kilos y medio. En realidad el peso gestacional alto se considera el que supera el percentil 90.
Tener un alto peso o talla se llama “macrosomía“. La palabra significa “cuerpo grande” y procede de las raíces griegas macro (grande) y soma (cuerpo). Un 5% de los bebés nacen por encima de este percentil 90, pero no todos se consideran macrosómicos ni todos necesitarán que se les apliquen medidas especiales.
Algunos factores predictivos de la macrosomía son un excesivo crecimiento del feto, la diabetes familiar y un grosor de la placenta superior a 4 centímetros. Se da más habitualmente en mujeres mayores de 30 años y en el caso de fetos de sexo masculino también es más frecuente.
Uno de los factores más normales y menos preocupantes para un nacimiento con alto peso es que los padres sean de gran tamaño, y en estos casos es la genética el factor fundamental. Son los que entrañan riesgos menores.
Sin embargo hay otras causas que pueden desencadenar un aumento de peso o talla excesivo en el bebé. Una de ellas es que la madre aumentase mucho de peso en el embarazo, pero si el peso del bebé no es demasiado alto tampoco suele ser peligroso.
La diabetes materna, tanto si la mujer la padecía ya antes del embarazo o si se trata de una diabetes gestacional, es una de las causas más habituales. La explicación se relaciona con la metabolización del azúcar. Al tener un alto índice de azúcar la sangre de la madre el bebé produce insulina extra, lo que puede provocar un crecimiento excesivo o que acumule grasas.