Procuro no dejarme llevar por la tristeza y menos por la iracundia, pero Venezuela vive hoy una terrible realidad que descorazona. Parece pasar desapercibida para muchos. Dios habrá querido darnos esta experiencia para rectificar errores y enseñarnos a ser menos superficiales, menos frívolos. La vida es bella pero muy seria. La vida no es un cuento de hadas. Basta leer cualquier libro donde se describan los horrores de la segunda guerra mundial,del holocausto del pueblo judío o de las dictaduras de izquierda o de derecha, para percibir que en algunos espíritus humanos prevalece la maldad y la perversión. Prevalece el deseo de domino sobre los demás, la ambición de poder, para cuyo logro no les importa atentar contra los más sagrados derechos humanos.
La historia de Venezuela no registra una situación tan demencial y dolorosa como la actual. Registra situaciones muy graves, pero en esta ocasión, quienes detentan el poder están demostrando un odio al pueblo venezolano que no tiene parangón con el pasado. Siempre ha habido corrupción, ambiciones desmedidas, violación de derechos humanos, pero en el pasado siempre hubo, aún en los regímenes dictatoriales, estímulo al progreso material y económico de la República y a la iniciativa privada y a la inversión extranjera y por supuesto, siempre hubo preocupación por el pueblo venezolano y un inquebrantable respeto por la soberanía nacional. Hoy al régimen chavista, además de la exacerbada corrupción, ineficiencia y odio hacia los venezolanos, ni siquiera le importa la soberanía nacional. La entrega y sumisión al execrable régimen comunista de Cuba, lesiona lo más sagrado que tiene una república independiente, su soberanía. Repugna tener que entenderse con cubanos en muchas dependencias gubernamentales. Me resisto ante tal aberrante situación.
Además de lo antes descrito, hoy a los venezolanos se nos niega el derecho a la libertad de expresión, el derecho al trabajo y a la libertad de empresa, se nos dificulta el acceso a viajar hacia donde queramos ir y se nos impone un sistema comunicacional hegemónico propio de las dictaduras. Se niegan las divisas necesarias a los medios independientes y libres, mientras se las regalan a Cuba y a otros países afines ideológicamente y nuestra gente continúa pasando escasez de bienes y dificultades de todo tipo. Hasta el derecho a la protesta se ha reprimido estos días. Nuestros valientes estudiantes han sido atropellados en sus más elementales derechos humanos. Esa es la Venezuela de hoy, ante ello no queda otra alternativa que el llamado patriótico a la protesta y a rescatar la Patria perdida.
La terrible realidad
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