EL REVOLUCIONARIO

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Les cuento, cuando comencé mi carrera universitaria en el año de 1973, en lo que se llamó EL CICLO BÁSICO SUPERIOR, me apasionaba el área de la  Ciencias Sociales.  Muchos de mis amables lectores, hoy flamantes líderes en distintos campos de la sociedad civil deben recordarlo, por cuanto fue muy interesante en la formación intelectual.
Allí tuvimos excelentes profesores. Recuerdo al padre Adolfo Rojas. Cursamos asignaturas con profundo contenido humanístico como Estudio y Comprensión del Hombre, Ciencia y Tecnología, Lectura de Obras Literarias,  mas cuales echaron las bases de una ideología revolucionaria que llenó la vida muchos que hoy, después de viejos, no la siguen. Amargados y frustrados las han abandonado  y saltado a mejores opciones para sus familias.
En medio de esa descarga ideológica–intelectual,    conocimos la definición de  revolucionario. “Persona cargada de amor por los demás, íntegra, justa y responsable, dispuesta siempre a dar la vida por los oprimidos en nombre de la libertad” Para ese entonces, este servidor no tenía ningún interés por las enseñanzas cristianas. Y recuerdo,  que el concepto lo asociaban  con el proceder de  Jesucristo. Borraban la condición divina de Jesús y hacían una simbiosis para enaltecer al revolucionario. Poniéndolo en paralelo con el mismo Dios encarnado en la persona del Hijo.  ¡HORROR!
Lenin, el revolucionario por excelencia,  artífice de La Revolución Bolchevique, vestía con camisas de seda, y alguna vez interrogado de por qué lo hacía, su respuesta fue “yo lucho para que todos puedan usar camisas de seda.” La verdad nunca entendí esa comparación.
Con el respeto que se merecen quienes comparan un revolucionario con nuestro Señor les digo,  hay una diferencia como el día y la noche. Si el revolucionario es como dice el concepto,  no existe. Sólo es una terminología sicológica que capta la atención de gente que busca una  esperanza verdadera en este miserable planeta. Definitivamente, las acciones de los revolucionarios están llevando a que se cierre una tribuna que cada semana trae un planteamiento eminentemente bíblico, no político. Y mis lectores lo saben. Se cierne sobre nosotros,  la desaparición de algo que es del Dios Altísimo.  “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Tim. 3: 16, 17.   Y es allí donde nos amparamos.
Por ello, imploramos al TODOPODEROSO que obre, como él sabe hacerlo,  en la voluntad de quienes están en preeminencia, para que la Luz que cada semana brilla por el Diario EL IMPULSO no se apague. Y confiamos lo hará. Y para aquellos, que creen que la solución es imposible, la oración es el medio idóneo. “Jesús los miró, y les dijo: «Eso es imposible para los hombres, pero para Dios todo es posible»Mat.19:29. !Hasta el martes Dios mediante!

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