La crisis que afecta al sector productivo del país también se hace sentir en la industria del cemento, donde se vive una dramática situación con la merma en la producción de este importante insumo para la construcción, peor ahora con una creciente demanda nacional que no ha podido ser atendida ni siquiera por las importaciones de Colombia, Cuba e Irán.
Orlando Chirinos, coordinador nacional de la Alianza Nacional de Trabajadores Cementeros de Venezuela (Antracev) estima que con esta situación se han desencadenado flagelos como la especulación, acaparamiento y sobreprecio, sin embargo, a pesar del descontento entre los venezolanos reciben calificativos negativos desde el Gobierno nacional y sus aliados.
“El problema está en que cuando nos atrevemos a levantar nuestra voz de protesta entonces el Gobierno nos sataniza y criminaliza, nos tildan de guarimberos y saboteadores. Es difícil para el movimiento obrero salir a la calle a defender derechos cuando el Gobierno promueve leyes que cercenan este derecho constitucional”, enfatizó el sindicalista, quien citó como ejemplo la Ley de Costos y Precios Justos y la Ley Orgánica de Zonas de Seguridad.
Mientras crece el descontento, los trabajadores cementeros han salido a enfrentar esas irregularidades y hemos solicitado a la industria una investigación al respecto. “El cemento no escapa a la triste realidad que viven productos como la harina, leche o el papel de baño y nos preocupa que habiéndose nacionalizado las empresas como Cemex tengamos que seguir importándolo por la baja productividad nacional”, asegura Chirinos.
En cuanto a las luchas internas que mantienen los trabajadores del cemento, entre estas la exigencia de las convenciones colectivas vencidas, Chirinos expresó que con la nueva directiva del gremio, liderada por el coronel Basilio Labrador, se ha superado la situación de conflicto promovida por la anterior directiva que solía patear las mesas de negociación.
Con la creación de una Unidad de Acción Popular, se espera generar los procesos de acompañamiento popular que impulsen la reactivación del aparato productivo, de manera que “el pueblo de una vez por todas se empodere de estas relaciones de producción para poder cambiarlas en definitiva y poder avanzar en lo que todos queremos, una vida plena, una vida segura, amplia y donde todos podamos estar bien”, puntualizó.
