Se discute acerca de lo que la Unidad hace, lo que no hace, o lo que debería hacer. A la crítica necesaria y siempre sana, y a la angustia comprensible por la mala situación, se suman otros ataques, frecuentemente sospechosos de orquestación. Una embestida implacable pasa por alto logros y olvida la experiencia adquirida. Porque a la MUD es barato atacarla y nadie parece defenderla, como si ninguno se diera por aludido cuando es criticada. Al final, a nadie van a perseguir, enjuiciar, encarcelar o quitarle un contrato por criticar con dureza a la Mesa. Tal vez ocurra lo contrario. Pero, pasemos por alto el dardo vengativo, la competencia desleal o la intriga oficialista, porque hay una explicable ansiedad que es donde el oportunismo quiere pescar.
En verdad, ¿Cuál es la responsabilidad actual de la Mesa de la Unidad? Son varias y claves. Una responsabilidad, recién adquirida o renovada por el voto popular, es gobernar en setenta y seis municipios y el distrito metropolitano, lo cual equivale a regir los destinos locales de media Venezuela. A esos ciudadanos tenemos que cumplirle gobernando bien y para todos. Gobernamos, así mismo, en tres estados: Miranda, Lara y Amazonas. En diciembre de 2013, nuestro peor resultado desde que se creó la MUD, sin embargo recibimos esos mandatos de los pueblos mirandino, larense y amazonense. Y mire que el oficialismo puso de su parte plata y maña para que no nos lo dieran. En esos estados y municipios, ante millones de venezolanos, tenemos que demostrar nuestras ideas, nuestra sensibilidad social, nuestra capacidad para hacer las cosas de un modo diferente y mejor.
Tenemos sesenta y cinco diputados a la Asamblea Nacional. Una bancada numerosa que brega en condiciones muy hostiles. A través de nuestros diputados y diputadas, somos responsables de hacer que se sientan representados eficazmente los que votaron por la Unidad en 2010, y se sientan atraídos por nuestro mensaje los que no lo hicieron. Para eso, hay que orientar nuestra oposición hacia lo pertinente, la agenda de carne y hueso, las causas sentidas por el venezolano en la calle. Y hacerlo con fuerza, en equipo, y con constancia.
Y no lo olvidamos y que no lo olvide nadie, tenemos el frente crucial de la lucha política, en un año sin agenda electoral, pero caracterizado por una grave situación económica y social que necesita canales de expresión y reclama soluciones. La crisis y el modelo tienen mucho què ver. He allì una asignatura pendiente de mensaje político certero. Un gran desafío a la imaginación y a la acción que no pueden resignarse a lo convencional ni dejarse atrapar por los resortes automáticos de los predecible. La lucha política requiere reflexión, estudio, debates y acuerdos, pero sobre todo acción.
No hay dilema entre diálogo y protesta. Ni puede haberlo en una alternativa democrática genuina. Nadie ha planteado en la Mesa de la Unidad no dialogar. Sería insensato. Nadie ha propuesto en la MUD no protestar. Sería irreal.
Cumplir como gobiernos locales y regionales y como voz parlamentaria de la protesta y la esperanza. Y, nada menos, ser alternativa de cambio responsable y popular, tan capaz del diálogo como de la protesta cívica, siempre por el bien de todos. Son los desafíos de nuestra responsabilidad.
La responsabilidad de la unidad
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