Vestido con chaqueta dorada, camisa blanca y corbata negra, la nueva estrella de la música estadounidense Bruno Mars no defraudó este domingo y convirtió al Superbowl-2014 de Nueva York en una gran fiesta soul y rock de los años 70, bien acompañado por los inoxidables Red Hot Chili Peppers.
Acostumbrado muchas veces a los escándalos, el show del entretiempo de la gran final del football americano destacó esta vez por la calidad de la música, con un espectáculo estéticamente impecable y un sonido pegadizo imparable.
Luego de que el estadio MetLife de East Rutherford (Nueva Jersey, este) quedara a oscuras, un coro de 12 niños preparó el ambiente para el desembarco de Mars, un hawaiano de 28 años de origen filipino-puertorriqueño que fue considerado ‘Artista del año 2013’ por la prestigiosa revista Billboard.
Peter Gene Hernández -ese es su verdadero nombre- apareció solo sentado a la batería antes de que se sumara su banda y juntos despegaran con la bomba «Locked out of Heaven», himno soul-pop que tiene nada menos que 231 millones de visitas en Youtube.
Bruno Mars entregó un set prolijo y contundente con un guiño a los años 1950 en el vestuario y a James Brown en el despliegue, llevándose la ovación de los 80.000 espectadores presentes en el estadio.
Con dos discos en su haber -«Doo-Wops & Hooligans» (2010) y «Unorthodox Jukebox» (2012)- que le valieron varios premios, entre ellos un par de Grammys, Mars es uno de los cantantes más versátiles del momento y su voz es comparada a menudo con la de Michael Jackson, una de sus grandes influencias, junto con Elvis Presley.
En medio de su show, Mars pasó del soul al funk furioso de «Give it Away», el gran hit de los veteranos Red Hot Chili Peppers, que salieron al escenario a rematar la faena con su inagotable energía.
Del elegante vestuario de Mars y su banda se pasó a la crudeza del torso desnudo con que el cantante Anthony Kiedis y el bajista Flea sacudieron a la gente.
En 2013, la estrella del espectáculo del entretiempo había sido Beyoncé. Un año antes, el show de Madonna se había convertido en el más visto de la historia, con 114 millones de telespectadores.
La edición 2014 del Superbowl estuvo marcada, además, por la presencia de la soprano estadounidense Renee Fleming, la primera cantante de ópera en interpretar el himno nacional en la previa del partido.