Por la puerta del sol – El poder de la manipulación (1)

“Como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea” (Sigmund Freud)
Desde muy pequeños los políticos, la familia, la sociedad y la iglesia nos están señalando las rutas convenientes a seguir en la vida. Dios, la fuerza, la ley y las normas son las armas disuasivas más utilizadas especialmente por los manipuladores de la política y la iglesia, para hacer cambiar la manera de actuar, de pensar  y de sentir.
Con sus excepciones, nadie nace malo. Al niño se le educa, se le inculcan principios y buenas costumbres, se le estimula su autoestima. Los padres son su mejor guía, el mejor ejemplo, su lumbre, sus mejores maestros.
Ya adultos surgen a su alrededor infinidad de entes dispuestos a ayudarles mediante ciertas condiciones.
La verdad y valores inculcados desde la tierna edad, son los tesoros más grandes, las armas más poderosas con que cuenta un hombre de bien. Su actitud lo identifica, su humanidad lo eleva, su voluntad lo mantiene en acción, el honor es su divisa, la libertad su fortaleza, su religión es la verdad. “No es la verdad lo que engrandece al hombre, sino el hombre quien engrandece a la verdad” (Confucio)  Todos somos el resultado de la arcilla con que hemos sido forjados.
Vivimos en un mundo en el que el único método para tener poder, hacerse rico y famoso, se logra mediante la mentira y manipulación de las necesidades, sentimientos y esperanza de los demás. Son sujetos que abusan moralmente traspasando las fronteras de lo creíble.
En contraste con la inocencia y la perfección se inventó la amenazante figura del demonio solo para someter mediante el temor. De la inocencia y la perfección es que surge la sincronía entre la materia y el espíritu. Igualmente surge el arrepentimiento, la redención y el perdón.
El hombre siempre ha querido saber cuál es la verdadera razón de sus sufrimientos. Aquí justamente aparece la respuesta que no es ningún consuelo ni aclara nada, con la aparición de aquella caja que abriera llena de curiosidad Pandora, causante de todas las desdichas, las enfermedades y la muerte, así como lo fue Eva con su curiosidad al condenar el hombre al trabajo y ella a sufrir los dolores del parto. Casualmente curiosear, conocer, pensar, hacer, amar, trabajar, dar vida y decidir ha sido en todos los tiempos la más noble labor del hombre.
Por lo visto somos el origen de un mal inacabable. En este mundo imperfecto desde niños nos han metido en la cabeza que hay que ser perfectos para ir al cielo, que ser rico es malo. Somos hijos de ese Dios al que no podemos imaginar en su grandeza, que sentimos existe y nos dio la vida y albedrío. Los manipuladores de ese Dios nos recuerdan con frecuencia que somos pecadores merecedores del sufrimiento. Si ser o dejar de ser es pecado, si ser feliz o ser libre sin hacer daño es pecado Qué bien se siente ser un mortal.
Estos entes no descansan en sus intentos de tratar de inyectar en la mente y el corazón, que ellos son los amos, los dueños de la verdad, los autorizados por el cielo de condenarnos por querer ser libres o salvarnos  al someternos  a sus leyes  arbitrarias. En resumidas cuentas pareciera que el derecho a la felicidad pertenece solo a ellos que pueden hacer y deshacer con la libertad, derechos y sueños del hombre.
Tantas cosas han pasado y aquí seguimos con las mismas bregas día a día, llenos de pecados, goces, reflexiones, atrevimientos y arrepentimientos, por supuesto con la esperanza atada a Dios, la libertad a todo nuestros cuerpo y espíritu y la gallardía de poder defender nuestros derechos ante el tribunal de los manipuladores capaces de arrastrar el mundo al infierno de sus egoísmos y ambiciones.
“Prohibido, obligación y deberes” son los términos más utilizados en campos de la manipulación humana. Desde pequeños hemos escuchado que por desobedientes y libres pensadores, arrastraremos como castigo las consecuencias de no acatar normas impuestas, obligaciones y deberes para con la iglesia y El Estado. Buscan seguidores mediante la intimidación, la manipulación de la conciencia, el engaño,  el abuso y las promesas.
Señores: “La confianza se edifica sin ocultaciones, disfraces, mentiras ni manipulaciones” (Chinogizbo)
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