Las tensiones crecían el viernes en torno a los países emergentes, que temen convertirse en el eslabón débil de la economía mundial tras el desplome esta semana del peso argentino, el rublo ruso y la libra turca, o los problemas de la industria china. Los mercados financieros asiáticos registraron fuertes caídas este viernes, preocupados por una ralentización de la economía de China: la víspera, se anunció un retroceso en la producción manufacturera china en enero, por primera vez en seis meses. A su vez, la bolsa de Madrid –donde cotizan numerosos valores con intereses en América Latina– se veía muy afectada, cayendo en sesión más del 3% por la situación en Argentina.
El peso argentino, que se ha ido devaluando desde comienzos de 2013, sufrió un derrumbe de casi 14% entre el miércoles y el jueves, el mayor desde 2002. El gobierno argentino afirmó que fue él quien administró esa caída, y sorprendió este viernes al permitir a los particulares la compra de divisas, levantando una restricción vigente desde 2011. Por su parte, la libra turca proseguía el viernes su caída batiendo nuevos mínimos históricos ante el dólar y el euro, pese a una masiva y urgente intervención el jueves del banco central para sostener a su divisa.
Algo similar ocurría con el rublo ruso, que este viernes cayó a un mínimo histórico respecto al euro. Todas estas divisas están muy debilitadas desde el verano boreal por el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos, aunque cada país tenga además razones internas que también explican la caída de sus monedas nacionales y la retirada de capitales. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff quiso tranquilizar este viernes, en el Foro Económico Mundial de Davos, sobre los efectos que la retirada de estímulos económicos en Estados Unidos ha tenido en Brasil. El año pasado, el real se depreció un 12,96% respecto al dólar en medio de una importante retirada de capitales. Según ella, dicha retirada de capitales se está reduciendo, y por mucho que haya turbulencias, «las reservas de 376.000 millones de dólares son una garantía contra esa volatilidad».
Pero la economía brasileña, la séptima del mundo, pasó de un espectacular crecimiento de 7,5% en 2010 a 2,7% el año siguiente, y un pobre 1% en 2012. También presente en Davos, el gobernador del Banco Central de Brasil, Alexandre Tombini, explicó este viernes que las políticas monetarias de los países más ricos están descoordinadas, lo que evita una retirada total de capitales en los mercados emergentes. Los bancos centrales de las economías más ricas (la Fed norteamericana, el Banco de Japón, el Banco Central Europeo, y el Banco de Inglaterra) adoptaron en los últimos años políticas monetarias muy flexibles y generosas, con bajos tipos de interés, para apoyar el crédito y la recuperación económica.
La consecuencia de esta política fue un flujo masivo de capitales hacia los países emergentes, con tasas más atractivas, entre ellos Brasil. Desde que la Fed anunció en mayo del año pasado que reduciría su plan de estímulo a la economía –lo que fue efectivo a fines de 2013– se produjo la tendencia inversa, y ha habido fuertes retiradas de capitales de los mercados emergentes. Sin embargo, el Banco de Japón y el BCE no han empezado aún a endurecer su política monetaria. Las estrategias «de salida (de estas políticas monetarias flexibles) no están sincronizadas, lo que está bien desde un cierto punto de vista», dijo Tombini. El gobernador brasileño añadió que «de esta forma, no tenemos una retirada masiva de recursos, que serían atraídos hacia el mundo desarrollado». Países emergentes diversificados
«Las turbulencias de los mercados en Turquía (…) y ahora en Argentina dan a entender que hay una nueva crisis que golpea a los países emergentes. Pero el mundo emergente se ha diversificado mucho en la última década», comentó este viernes la sociedad de investigación macroeconómica Capital Economics.
Y advierte: «La verdadera conclusión a sacar de estos acontecimientos es que es más necesario que nunca para los inversores distinguir entre los diferentes mercados emergentes». Ese postulado pareció confirmarse cuando el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega, afirmó este viernes en Davos que la fuerte depreciación del peso argentino no va a impactar en la economía de Brasil. «Pienso que no tendrá una incidencia en Brasil»,dijo el ministro, para quien «eso forma parte de las fluctuaciones» de los mercados. También el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su reciente informe sobre la economía mundial, evita los pronósticos sombríos. «En muchos países emergentes y en desarrollo, el fortalecimiento de la demanda exterior procedente de las economías avanzadas estimulará el crecimiento, aunque persistan fragilidades internas preocupantes», indica el informe.