Pensar
En el 2014 no habrá elecciones, por lo menos no están programadas constitucionalmente. Creemos debe ser un año de estabilidad política, la oposición, nuevamente fracasada, tendrá que dedicarse a su reorganización, que pasa por el surgimiento de nuevos liderazgos, pero lo más importante de un nuevo proyecto político para el país. Ya el discurso catastrófico, que solo habla de crisis está agotado y estancado y de seguir entrará en franco retroceso. Tendrán que dedicarse a la restructuración interna para poder enfrentar las venideras contiendas electorales a partir del 2015, pero lo más importante, en su anhelado sueño de poder salir del gobierno con un referéndum revocatorio en el 2016.
Esta posible estabilidad política debe contribuir al afianzamiento del liderazgo del presidente Nicolás Maduro, quien tendrá la difícil tarea de -sin desprenderse del legado de Chávez- construir y solidificar su propio liderazgo. Recientemente el gobierno nacional tomo la iniciativa del dialogo con los gobernadores y alcaldes de la oposición, en el sentido de que el país es uno solo, de que debe existir, más que la tolerancia, el reconocimiento del OTRO. Dialogo no debe ser entendido como debilidad, ni como ceder ante el adversario y los propósitos trazados.
Ya gracias a este mismo medio, hemos hecho reiteradas reflexiones sobre los aciertos y desaciertos de este proceso político en sus 15 años. Para la construcción del socialismo es fundamental acrecentar el poder popular, el verdadero Poder Popular, no basta con reformas legales ni con aportar más recursos económicos, sino en la consolidación de la organización del poder popular que debe ir sustituyendo al poder constituido. Hay que enfrentar a la derecha endógena, al enemigo interno, a los revisionistas como a los radicales infantiles. Hay que profundizar la formación política y ética del socialismo, la teoría y la filosofía revolucionaria, hay que enfrentar la mentalidad consumista, que ha hecho que muchas reivindicaciones sociales pasen a formar parte de los mecanismos de reproducción del capital y para nada hayan servido para la consolidación de la conciencia socialista. Lo hemos dicho muchas veces, debemos seguir enfrentando el rentismo y el populismo que forman parte estructural de la Venezuela petrolera.
No se llame a engaño la oposición, mientras que sigamos vendiendo petróleo a los precios actuales y no se produzcan caídas abruptas- lo cual no aparece en ningún pronóstico de los mercados energéticos internacionales- el gobierno tendrá el sustento económico para sostener el proceso político, “basta con aumentar las importaciones y todo quedara resuelto”. Aunque consciente estamos de que esto nada tiene que ver con el proyecto de tener una patria soberana y auto sostenible y por el contrario nos seguiremos ahogando en el rentismo y el populismo. Lo correcto es el surgimiento de nuevos sectores productivos, con profunda eficiencia y ética socialista. El estado no puede ni debe controlar toda la sociedad venezolana.
En nada creemos que estén dadas las condiciones para un estallido social. Ni las supuestas consecuencias de un aumento de la gasolina justifican de ninguna manera esta posibilidad, la política social del gobierno y el acrecentamiento del poder popular derriban esta tesis. Y como ya hemos señalado, no hay oposición en este momento capaz de levantar un movimiento de tal magnitud.
No hay la menor duda de que con la muerte del presidente Chávez ha decaído un tanto el ánimo integracionista latinoamericano, falta la chispa y la voluntad del líder que convoca, que es escuchado, de esa bujía impulsadora de la integración. Sin embargo los mecanismos y las instituciones existen y deben seguir desarrollándose políticas en función de la integración.
Junto al desabastecimiento, la lucha contra la corrupción y la ineficiencia hay un elemento que si es vital enfrentar y resolver, como es la delincuencia y la violencia social, para que no nos suceda lo que ocurre en países como México, donde grupos y bandas armadas, ligadas fundamentalmente al narcotráfico, tienen más poder que los gobiernos. No podemos seguir viviendo en la sociedad del miedo y del terror, donde a diario se asesinan personas para robarlos, esto si es un fenómeno que, además de las pérdidas humanas, produce consecuencias psicológicas en el resto de la sociedad venezolana, en un permanente temor a ser víctima de la delincuencia. Con miedo no se puede vivir ni avanzar a ninguna parte.