Se busca un emprendedor
“Pequeñas enfermedades, momentos de ansia, insomnio: son síntomas de un profundo malestar. Vayan a la búsqueda de las causas, antes de que se transformen en algo más grave”, Roberto D’Incau.
Estamos hablando de buscar el equilibrio entre la vida privada y la vida de trabajo. Meta difícil pero no imposible.
El contexto actual no ayuda a los sentimientos. Se trabaja tanto y no siempre nos sentimos apreciados. Existe la crisis, la desocupación, los problemas económicos: ¿cómo se hace para decir que no? Así al final del día estamos cansados y no tenemos tiempo ni para nosotros y ni para nuestra familia.
Dar consejos es difícil. Se hace carrera, haciendo convivir en equilibrio dos paradigmas, aquel de la acción y el de la relación. Si uno trabaja mucho, es evidente que la vida familiar y nuestras relaciones se recientan.
No se puede hacer todo, se deben tomar decisiones y escoger qué hacer. Debemos entender que el tiempo es democrático y que el día tiene 24 horas para todos, tenemos que dormir, trabajar, movernos de un lado a otro, comer, lavarse, etc., así el poco tiempo que queda, el llamado tiempo libre, debemos sacarle el máximo provecho y dividirlo, entre nuestras pasiones y nuestros afectos.
Debe existir, una jerarquía en nuestras prioridades. Primero que nada, debemos encontrar el tiempo para nosotros mismos. Pero para muchas personas, esto se ha convertido en la última cosa, cuando más bien debe ser la primera. Hay personas que simplemente con un buen baño, apenas llegan a la casa lo tienen resuelto.
Aquel que es negligente consigo mismo, subestima sus propias necesidades, se sacrifica por los demás, gasta sus propias reservas de energía y al final se encamina a consumirse física y sicológicamente. Y una persona así, se hace antipático, intratable y negativo. De esa manera se minan las relaciones de paraje, de familia y de trabajo también.
En muchos casos, lo ideal es tomarse unas vacaciones, salir de la rutina de la propia vida, quitarse la máscara y pararse a reflexionar sobre uno mismo.
No basta solo estar tranquilos, es necesario también realizarse. La vida es una sola. Debemos hacer lo que amamos y así al final, tener un balance de nuestras vidas positivo.
No existe un horario justo o uno equivocado, de cuantas horas trabajar. Pero es necesario entender para nuestro bien, que la conciliación entre la vida privada y profesional se debe compartir.
Para un emprendedor, es muy importante tener claro, que el éxito de su empresa, pasa entre otras cosas, porque su familia sea una aliada permanente, ya que de lo contrario, el mismo no llegará. Entonces, debe buscar un equilibrio de su tiempo, para que ambas actividades, las cuales ama profundamente, puedan complementarse.
Debes entender que, se hace carrera, teniendo resultados, pero también, construyendo una red de relaciones eficaces.
Debes aprender el arte de la delegación y liberarte del ansia de controlar todo, claro, si no logras delegar, deberás comprender porque es así. A veces basta con un viaje para mirarse de fuera y tomar una pausa del día a día.
Debes tener el coraje, de hacer solo aquello que amas verdaderamente.
Debes evitar los “sacrificios necesarios”, ya que los sacrificios de hoy tienen el riesgo de convertirse en los arrepentimientos de mañana.
Debes botar prejuicios y viejas reglas, en la familia y en tu trabajo.
Debes siempre, buscar tiempo para ti mismo.
Definitivamente, tienes que entender que la empresa es una cosa y la familia tuya es otra cosa, ya que para que exista un buen equilibrio, se debe tener una justa dosis de separación entre ambas.
Y relacionando el título de una canción, de Adriano Celentano y ganadora del Festival de San Remo, “el que trabaja no hace el amor” recordamos la frase de Roberto D’Incau “el que trabaja (mucho) no hace el amor”.
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