Caminito que un día
Lisandrista que se considere tal sabe que si bien el Liceo Lisandro Alvarado, decretado el 20 de enero de 1835 como categoría de Colegio Nacional de Barquisimeto, por falta de local, pudo funcionar sólo desde 1838 bajo la rectoría del Dr. Mariano Raldíriz y el vicerrectorado de Domingo Antonio Peñalver.
Tres días ocuparon los barquisimetanos en la celebración de tan feliz acontecimiento que brindaba la posibilidad de continuar estudios de mayor nivel a los niños egresados de las escuelas de primeras letras no sólo del cantón Barquisimeto sino de parroquias, pueblos y villas de territorios vecinos.
Un informe completo sobre la instalación del Colegio se publicó en el periódico caraqueño La Bandera Nacional el 13 de febrero de 1838.
Clemente Mujica, Hilario Antich, Domingo Méndez, Bernardo Tovar, Ildefonso Escalona, Santiago Barrios, Juan Pedernís, José de Jesús Tamayo, Miguel Gómez, Ramón Bernabeu, Gregorio Heredia, Juan Pérez y Francisco Montes fueron los primeros alumnos del Colegio.
Trece estudiantes, pero ya en 1846 la matrícula alcanzaba los 21 alumnos en la clase de Filosofía y 23 en la de Gramática, entre ellos nada menos que dos hijos del prócer de la independencia suramericana Juan Jacinto Lara: los jóvenes cursantes de Filosofía, Eladio y Jacinto Fabricio Lara quienes, figurarán posteriormente de modo sobresaliente en la historia provincial barquisimetana.
No muchos padres de familia de aquella época podían costear los estudios de sus hijos en este colegio, especialmente en condición de internos que lo eran jóvenes venidos de otros pueblos, ya que se les pedía una pensión mensual de 8,50 pesos pagaderos por trimestre adelantado además de papel y tinta, una guitarra encordada, un atril, el método de guitarra por un autor de apellido Carulli, una cama, dos sábanas, dos colchas, una almohada con dos fundas, una silleta, una ponchera de hojalata, una alcarraza, un juego de cubiertos, una levita, una casaca boliviana (cerrada hasta el cuello), de merino negro y de igual color los botones, 2 pantalones (uno negro y uno blanco), un pañuelo negro de corbata, un sombrero negro, zapatos negros sencillos y sin tacones, otras ropas al gusto.
A ese costoso ajuar, se sumaban los textos de estudio para el idioma latino: una gramática por Araujo, un Requejo, Selectas divinas y profanas, oraciones de Cicerón, Virgilio ad usum Delfinis, Diccionario de Valbuena; y para el idioma castellano: Gramática de González, Gramática grande de Salvat, Ortología y Prosodia por Sicilia, Arte de hablar en prosa y verso, por Hermosilla y la 9° edición del Diccionario de la Real Academia.
El programa, además de sus lecciones ordinarias que se dictaban mañana y tarde, incluía la enseñanza de letra inglesa cursiva, tocar guitarra y ejecutar algunas piezas. El rector del colegio en 1846 era el Dr. Juan Tamayo.
Cuando llegamos a sus aulas hacía 21 años que el Colegio Nacional, denominado ahora con el inspirador nombre de Lisandro Alvarado, había cumplido su primer centenario luego de erigirse durante la primera república que bajo el mando supremo de José Antonio Páez intentaba construirse independizada de la España colonialista y de Colombia, dividida en tres pedazos territoriales (“republiquitas”, dijo alguien) el gran sueño de Bolívar de una gran nación al norte del surcontinente capaz de detener las apetencias imperiales del norcontinente, avizoradas ya por el padre de la patria.
Ignoro si aquel acontecimiento extraordinario fue conmemorado por los barquisimetanos en 1935 cuando la dictadura de Juan Vicente Gómez, que no totalmente el gomecismo, llegaba a su fin.
Han transcurrido desde nuestra llegada al Liceo, hasta ahora, 58 años, lo que se escribe en pocas letras pero se vive con lentitud y se rememora con nostalgia larga y espesa.
Hoy 20 de enero, nuestro querido liceo, cumplirá 179 años justa y curiosamente a 21 años de su bicentenario.
Trece alumnos en 1838; 44 en 1846. Fueron muchas las dificultades sorteadas felizmente para conseguir local a unos cinco años antes de la llegada de nuestra promoción 1951 – 1956, a cursar estudios de secundaria en cinco inolvidables años de alegrías, luchas y satisfacciones al graduarnos de bachilleres y de lisandristas para siempre hasta en el más allá.
¡Felicitaciones a sus actuales directivos, personal administrativo y a obreros y estudiantes! ¡Superación y victoria!
