Nos ha sorprendido gratamente la presencia de un joven en nuestra comunidad de Bararida, quien con diversas motivaciones e inquietudes ha venido desarrollando una actividad en la cual cree apasionadamente, más aun, una dosis de sentimientos por la persona a quien ama.
Es notoria la parsimonia con la cual se motiva y deja plasmada en murales de la trova «acción poética» que vio luz en la Argentina convulsa de dictaduras y violencia, este párvulo larense plasma su emotividad y sentimiento en mensajes cortos de alto contenido que genera su rebeldía interna de constante búsqueda de definir: ¿qué es el amor? Esa búsqueda innata de estos muchachos a quienes no tomamos en cuenta y son invisibilizados por la sociedad ante el agite y dinámica social, debemos motivarlos a crecer y formarse, pues; no todo está perdido y, que hay valores que se desconocen y a veces se pierden por no pararnos un momento ante estas iniciativas.
Muy motivador resulta, que producto de eso que se llama amor, lo ha llevado a dejar para lo posteridad, su mensaje tal cual “Cupido adolecente” que anda tras su propia identidad. No criticamos los grafitis desmesurados que pululan en nuestra urbe, cada quien, tiene su libre albedrio. Pero pudiese ser orientado e inducido al positivismo y a una creatividad que nos lleve a una ciudad más humana, por allí deberían actuar los sectores de la cultura, entes educativos y comunidades, a estimular una forma sensible de interactuar en base al amor, valores y sentimiento sublime, pensar que son pocos los muchachos que tienen esta iniciativa sería absurdo, los hay por montones, pero están como el diamante sin pulir y es allí donde la sociedad debe orientar y estimular, los más edificante del ser humano.
En este caso, escribo sobre el joven Jesús Rodríguez, quien ha inundado a nuestra comunidad, con mensajes de gran contenido humanista y que solo el amor a su pareja ideal, lo motiva y lo hace persistente, audaz y creativo, debemos tender manos a la promoción de esta escuela, cuyo formato no existe, para que surjan otros contenidos emblemáticos que dan sentido a la vida.
Sin sofisma, ni eufemismos, gente joven va tras lo que desea, por lo cual, podemos concluir: Y el verbo… se hizo carne.
