La apuesta del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, por amarrar el tipo de cambio es insostenible, según analistas, que estiman que los cambios en el gabinete de finanzas mantendrán inalterado el rumbo de la política económica del gobierno.
Maduro descartó el martes ante el Parlamento devaluar el bolívar este año, a pesar de que analistas consideran impostergable esta decisión para bajar la presión sobre el desbocado mercado negro, aliviar el déficit fiscal y enfrentar la sequía de divisas que arrastra el sector productivo tras once años de control cambiario.
La tasa de cambio del bolívar es actualmente de 6,3 por dolar, un valor considerado demasiado bajo que estimula las importaciones, desalienta la producción local e impulsa el alza de los precios. Además, fomenta un mercado negro donde el valor del dólar es 10 veces más alto que el fijado por el gobierno.
El vicepresidente Jorge Arreaza aseguró este jueves que mantener la tasa cambiaria a 6,30 bolívares es «indiscutible» para sectores prioritarios como el de la alimentación y los insumos para la industria.
El gobierno de Maduro afirma que es blanco de una «guerra económica» fomentada por especuladores. Enfrentado a una inflación anual de 56%, Maduro impuso a fines del año pasado rebajas forzosas de precios, reducciones del margen de ganancias y un aumento del 10% del salario mínimo de los venezolanos.
En este contexto, economistas dijeron que no ven cómo Maduro podrá sostener al bolívar.
«Este tipo de cambio es inviable e insostenible con el tiempo (…) la economía está en ascuas, va al garete porque lo anunciado genera más incertidumbre», resaltó a la AFP el economista Jesús Casique.
Para Casique, el dólar oficial se mantendrá para el sector público «en detrimento de los privados», quienes -según dice- deberán recurrir al sistema complementario de divisas (Sicad) para obtener dólares, a 11,3 bolívares por billete verde en promedio, mediante un complejo proceso de subastas.
«Darán dólares a 6,30 bolívares a algunos privilegiados. (Pero el gobierno) no indica a quiénes se les va a dar esas divisas», denunció Jorge Roig, presidente de la gremial empresarial Fedecámaras.
Roig advirtió que al gobierno le urge asumir decisiones que podrían resultarle costosas políticamente. En este sentido, aludió a que una devaluación dispararía la inflación en un primer momento, pero aliviaría las cuentas del gobierno y frenaría el dólar paralelo.
Venezuela espera «soluciones integrales de un paquete económico que más temprano o más tarde van a tener que asumir», añadió.
En la misma línea, el analista Luis Vicente León consideró que si «bien es cierto que el gobierno evade tomar una decisión abierta (de devaluar), el mantenimiento del dólar a 6,3 bolívares será referencial».
Dijo que al Ejecutivo se le hace «imposible mantener un subsidio masivo sobre todas las importaciones del país» con el actual tipo de cambio, debido a la escasez de divisas.
«Los presupuestos migrarán a mercados alternativos más caros», aseguró León en Twitter.
Casique no descartó que Venezuela recurra a «microdevaluaciones» para algunos sectores de la economía y aseguró que las intenciones de Maduro se diluirán con la inflación.
«Se harán devaluaciones implícitas y no tienen ninguna lógica porque nos resta competitividad en la región. Lo mejor era devaluar», apuntó el economista.
Dentro de sus anuncios, Maduro prometió fortalecer el Sicad con mayores montos y dijo que un mayor número de sectores serán convocados a las subastas.
Incluso prometió incorporar a sectores privados en la oferta de dólares, dentro de un nuevo sistema de otorgamiento de divisas que desde el año pasado el Ejecutivo anunció que creará.
Analistas también esperan que esas medidas sirvan para liquidar la deuda que arrastra el Estado con los sectores productivos, estimada en 9.000 millones de dólares.
Pero «esa deuda nunca será cancelada a 6,3 bolívares», advirtió el economista Luis Oliveros.
Se mantiene el «zar» de la economía
Maduro también formuló cambios en parte de su equipo económico, pero mantuvo al frente a las principales cabezas: el ministro de Planificación, Jorge Giordani, y el vicepresidente del área económica, Rafael Ramírez, llamado el «zar» de las finanzas locales, pues también es ministro de Petróleo y presidente de la petrolera estatal PDVSA, con lo que controla el 95% de las divisas que entran en el país.
Otro militar fue incorporado al gabinete económico. Se trata del general Rodolfo Marco Torres, compañero del fallecido Hugo Chávez en su intentona golpista del 1992, que acompañará a Hebert García (Órgano Superior de la Economía) y Wilmer Barrientos (Industrias) en la cartera financiera.
Torres, ahora ministro de la Banca Pública, fusionará su ministerio con el de Finanzas, donde sustituirá al matemático Nelson Merentes, quien se mantuvo desde hace meses de bajo perfil en las decisiones sobre política económica.
«Son cambios, enroques, que no cambiarán el modelo», añadió Casique.
Por ello, León sostuvo que las medidas de ajuste anunciadas por Maduro «están tan maquilladas que probablemente la economía no las reconozca».