Para recordar: “… el Señor se presentó a Pablo, y le dijo: Ten ánimo, Pablo. Como testificaste de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma” (Hechos 23:11).
Gracias a Dios hasta hoy hemos escrito, para el Diario EL IMPULSO, unos 424 artículos de opinión, de manera ininterrumpida desde hace unos 14 años.
El primero: “Un mensaje al Sr. Presidente”; se nos publicó el 22 de febrero de 1994. Luego, nuestro segundo escrito lo titulamos: “¿Sábado o Domingo?” (31/12/1998, p.A2). Por el apoyo recibido ¡Que Dios bendiga al personal y lectores de este prestigioso Rotativo!
A su vez, nos alegramos por los 110 años de esta casa editora y rogamos al cielo que la voz de este Diario larense, no sea silenciada por impedimentos, negligencia o autoritarismos de poderes gubernamentales.
Según Hechos, capítulo 22, Saulo de Tarso se encontró con el propio Jesús y después de abandonar el perseguir cristianos, se bautizó, pero sufrió por tratar de predicar el evangelio de Jesucristo. Por ese cambio, fue llevado ante tribunos, presidentes; enjuiciado como ciudadano romano o judío. Sin embargo, el mismo Señor le dijo: “ten ánimo” para que sigas testificando (ver texto inicial).
En una ocasión se defendió diciendo: “Hermanos, yo con toda buena conciencia me he portado delante de Dios hasta el día de hoy”; el Sacerdote Anás lo mandó golpear por eso y Pablo le dijo: “Dios te va a golpear a ti, pared blanqueada ¿Estás sentado para juzgarme conforme a la Ley, y contra la Ley me mandas golpear?” (Hechos 23:1, 2)
Y agregó: “Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Por la esperanza de la resurrección de los muertos soy juzgado”; luego afirmó: “Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman eso” (Hechos 23:8).
Esa disensión o discrepancia, fue causada por una errónea manera de interpretar la Palabra de Dios. La Biblia tiene una sola interpretación: Todo lo referente a la religión cristiana, que se salga del texto y contexto bíblico es pura especulación.
Hace poco mostramos, según la Sagrada Escritura, que los magos, que en otrora visitaron al recién nacido Jesús, no eran reyes, sino sabios (ver EL IMPULSO, 08/01/2014, p.A2).
Por su parte, el apóstol Pablo era creyente de la resurrección (en Jesús) y señala que los Saduceos decían que no había “resurrección, ni ángel, ni espíritu”. Hoy, la confusión es parecida: Hay personas que creen que cuando alguien muere, su alma se va al cielo. Pero, en la Biblia no hay un solo versículo que sostenga eso ¡Por allí viene el reto!
En ese sentido, en Génesis 4, señala que Caín mató a Abel y no dice que Adán y Eva lo vieron “partir” al cielo; Abraham lloró a Sara, tampoco dice que se le salió algún espíritu (Génesis 23); Jacob fue embalsamado durante 40 días por los egipcios, luego duró 30 días más entre ese pueblo y fue llorado por 70 días, y la Escritura no dice que le rezaron o que su alma se haya ido al lado de Dios (Génesis 49:48 en adelante y parte del capítulo 50).
Dado lo anterior, creemos en la inconsciencia después de la muerte y esa es la razón de la resurrección en Cristo (ver Eclesiastés 9:5,6 y 1ª Tesalonicenses 4:13-17). Eso es lo que dice la Biblia. Entonces, queremos colocar un reto para todos nuestros amables lectores u otros. Deseamos que alguien nos responda: ¿Dónde está escrito en la Sagrada Escritura, que cuando una persona muere (su alma) se va al cielo? O, ¿En qué parte de la Biblia dice que podemos rezarle a los muertos?
Si alguno quisiera aceptar el reto, podrá respondernos en Apartado de lectores (del periódico), u otra sección y, eso sí, deberá utilizar solo La Biblia como argumento (la aceptada por las Sociedades Bíblicas Unidas); tampoco podrán usar los libros Apócrifos, o Biblias adaptadas a una iglesia en particular.
En caso que se nos demuestre, algo contrario sobre la mortalidad del alma, con base bíblica, informamos con mucha responsabilidad, que enviaremos la segunda parte de este artículo, nos despedimos, y dejaríamos de escribir en este prestigioso Diario EL IMPULSO.
De lo contrario, seguiremos encontrándonos por este medio, y lo haremos en nombre del Señor y que Él nos conceda su bendición y vida, hasta cuando sea su voluntad y/o de la directiva del Periódico.
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