“La Divina Pastora es milagrosa. Toca el alma y el corazón”, dijo en la multitudinaria procesión Leidy Fonseca, quien tuvo el honor de ser madre gracias a la Virgen.
Así como ella, centenares de católicos acudieron con sus hijos ataviados con el hábito del Nazareno.
Esas túnicas y coronas bendecidas también las llevaron hombres y mujeres agradecidos.
Para los nazarenos la caminata no era un sacrificio.
El gozo marcó sus pasos y sus cantos. Cargaron la cruz con pasión y varios se despojaron de sus calzados en actitud humilde, siguiendo el ejemplo de Jesucristo.
Ellos conmemoraron la antigua tradición de encontrar a la Divina Pastora con el Nazareno.