El bronceado es un mecanismo de respuesta de la piel frente a los rayos solares, para defenderse de los rayos ultravioletas la piel se pigmenta fabricando más melanina.
Los rayos UVB: son los responsables de las quemaduras solares, sobre todo las que se producen antes de los 20 años, del daño del ADN y del desarrollo del cáncer de piel.
Los rayos UVA: son acumulativos y causan envejecimiento prematuro de la piel, producen reacciones alérgicas, fotosensibilización y también pueden contribuir a la aparición de cáncer de piel.
La incidencia de los rayos solares varía de un lugar a otro. Por ejemplo, en la playa existe mayor riesgo de eritemas solares, debido al reflejo del sol sobre la arena y el agua, por ello es preciso utilizar un factor de protección más alto, al igual que en la montaña, pues a mayor altura los rayos ultravioletas tienen mayor poder irradiante.
Alimentos que favorecen el bronceado
Los alimentos ricos en betacarotenos favorecen la producción de vitamina A, imprescindible en la síntesis de la melanina. Son ricos las frutas y verduras amarillo o rojo vivo, tomate, sandía, cerezas, zanahoria, melocotón, albaricoque, calabaza…
El hierro y el selenio ayudan a conseguir un color bonito de piel. El hígado, las verduras de hojas verdes y legumbres tienen mucho hierro. Las nueces, cereales integrales, hígado… son ricos en selenio.
Para evitar los radicales libres, responsables del envejecimiento prematuro, debemos tomar vitamina E, presente en la levadura de cerveza, aceite de germen de trigo, aceite de girasol y cereales integrales.
No debemos olvidar…
Usar siempre protección, aunque ya estemos bien bronceados.
Renovar con frecuencia la aplicación de la crema, sobre todo en zonas delicadas.
Proteger la cabeza con un gorro o sombrero.
Evitar usar perfume, ya que puede dejar manchas en la piel.
Tomar al menos dos litros de agua.
Hidratar la piel tras los baños de sol.
Aprovechar las horas mejores para broncearse sin quemarse, de 9 a 11 AM. y de 5 a 6 PM.