Siempre existe la posibilidad de cerrar los ciclos de la vida así como de superar las crisis y las situaciones inesperadas.
El desarrollo del ser humano está en constante evolución. Es un proceso que implica atravesar por distintos periodos que no siempre resultan fáciles de afrontar.
La vida está llena de múltiples transformaciones y de las más variadas experiencias: algunas de ellas esperadas y muchas otras imprevisibles. Desde el momento del nacimiento hasta el día de la muerte, el ser humano debe enfrentarse a situaciones que le exigen cambios.
La vida nos lleva a caminar por diversas etapas que no son eternas, sino que terminando unas, otras nuevas van brotando. Conforme un ciclo se cierra, uno nuevo está por emprenderse.
Cerrar esos ciclos significa muchas veces enfrentar dificultades y superar tropiezos o pérdidas; implica atravesar crisis y vivir duelos para poder asumir la nueva fase que se avecina. Es mucho más difícil aún, cuando son cambios inesperados o accidentales como la pérdida de un ser querido, de un trabajo, la separación en un matrimonio, entre muchos otros.
Lo importante es saber reconocer que siempre existe la posibilidad de cerrar los ciclos de la vida, así como de superar las crisis y las situaciones inesperadas, que una forma positiva que permita crecer y no estancarse en una experiencia dada. La diferencia está en si se asume el rol de víctima o de actor. Si se huye o se afronta, si se toma la crisis como un reto o como un fracaso.
Toda crisis implica cambio y desacomodo. Son situaciones particulares que se presentan en la vida, ante las cuales las personas no suelen estar preparadas para abordarlas. Puede decirse que hay varios tipos de crisis: las habituales del desarrollo y las inesperadas o accidentales.