El presidente estadounidense, Barack Obama, abandonó los soleados campos de golf de Hawai tras 16 días de vacaciones y regresó este domingo a Washington, donde lo esperaban una ola de frío polar y arduos tiempos políticos para los próximos meses.
Barack Obama arribó a las 09h55 (14h55 GMT) a la base militar de Andrews, cerca de la capital, junto a sus hijas Sasha y Malia tras unas 12 horas de viaje desde su estado natal de Hawai, en donde disfrutó de unas vacaciones también con su esposa Michelle, quien sin embargo permaneció en el archipiélago turístico para visitar amigos al acercarse su cumpleaños.
«Como parte del regalo de cumpleaños del presidente, la Primera dama permanecerá en Hawai para pasar con amigos antes de cumplir 50 años», anuncia un breve comunicado de la Casa Blanca. El cumpleaños de Michelle Obama es el 17 de enero.
Ahora, Obama cambia de realidad para pasar de 27°C de Hawai a un frío terrible con promedio de 2°C y lluvia helada, además de una carpeta llena de desafíos calientes.
Con una aprobación en sus mínimos históricos y empantanado en una Guerra Fría con el Congreso, Obama necesita ostentar rápidas victorias antes de pronunciar su discurso anual sobre el Estado de la Unión a fin de mes.
Luego de 16 días de descanso en su estado natal, Obama espera ver culminar la implementación de su reforma de salud y hallar una manera de ayudar a los miles de desempleados de larga data que se quedaron sin beneficios.
Su Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en inglés) está aún bajo escrutinio legal y político luego de que el excontratista Edward Snowden filtrara a medios internacionales detalles del programa de espionaje local y mundial que un juez federal no dudó en calificar de «casi Orwelliano».
Y, luego de un año en que no obtuvo apoyo del Congreso para casi ninguno de sus planes, debe volver a la carga para lograr que los legisladores hagan avanzar su amplia reforma migratoria.
A su partida antes de Navidad para descansar en la isla de Oahu, Obama lucía cansado, pero igual puso una cara firme, bromeando: «estoy seguro que tendré todavía mejores ideas luego de algunos días de descanso y sol».
Esas ideas, cualquiera que sean, deberán madurar antes de noviembre, cuando las elecciones de mitad de su mandato decidirán si tendrá un Congreso más cooperativo para sus dos años finales en la presidencia.
Pocos observadores y analistas esperan que los demócratas logren volver a darle a Obama el control de la Cámara baja, por lo que es probable que se vea obligado a afrontar su segundo lapso del mandato con la misma mayoría republicana que ha buscado frustrar cada iniciativa suya.
Esto se añadirá a su frustración, pero el bajo nivel de apoyo a su partido puede en gran parte remontarse a la Casa Blanca, la aún lenta marcha de la economía y la desastrosa implementación de su cuestionada reforma de la salud, la denominada Obamacare.
El apoyo personal a Obama ronda 40% en las encuestas, pero minado por la promesa rota de que todas las personas felices con su antiguo seguro médico podrían mantenerlo bajo Obamacare.
Muchos, de hecho, no pueden hacerlo, y muchos más quedaron enojados y confundidos por las fallas técnicas que bloquearon repetidamente el acceso al portal web del seguro de salud del gobierno.
Después de un inicio complicado el sistema finalmente entró en marcha, y para finales de año unos dos millones de estadounidenses se habían inscrito para la cobertura de salud, todavía muy por debajo de la meta de siete millones a finales de marzo.
Mientras tanto, otro grupo vulnerable mira a Obama en busca de ayuda y no está claro qué puede hacer él por ellos.
El 28 de diciembre, 1,3 millones de desocupados a largo plazo perdieron sus cheques federales después que el Congreso se negara a prolongar la financiación del programa.
Los republicanos sostienen que Estados Unidos está volviendo a trabajar. El desempleo ha caído desde el 10% de la fuerza laboral en 2009, en medio de la crisis financiera, al 7% actual.
Los demócratas aseguran que no tiene sentido cortar la asistencia a los desempleados, cuando todavía la recuperación es muy frágil y la economía, alimentada por los gastos de los consumidores, todavía necesita combustible.
Gene Sperling, director del Consejo Económico Nacional, dijo que el corte de los beneficios «desafía la lógica económica, los precedentes y nuestros valores», pero Obama tendrá que luchar para conseguir que el Congreso concuerde.
Y cualquier pelea en la economía podría dañar sus esfuerzos para lograr apoyo a la reforma migratoria.