Sin tregua – DIÁLOGO Y ESPERANZA…

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Hace unos cuantos años estuvo de moda una serie de TV llamada “V invasión extraterrestre”. Se trataba de alienígenas reptiles que adquirían forma humana para seducir al planeta con el gancho de sus medicinas y abundantes promesas de bienestar. Repitiendo el lema “siempre en paz” llevaban a cabo una guerra encubierta para apoderarse de la tierra.
Y mientras tanto, en nuestros aconteceres, enredados entre la realidad y la ficción aumentan las señales de la fagocitosis del proceso venezolano por la anacrónica gerontocracia cubana. La idolatría de Maduro hacia Castro, la dependencia mental que trasluce la conversión del cubano en figura paterna y las tertulias habaneras entre ambos inmediatamente después del 8D han solidificado las asociaciones intragubernamentales.
El modelo de estas segundas partes “revolucionarias” ha sido el comunismo fidelista. Si pudiéramos cambiar de ojos, miraríamos ese modelaje en el podio de los éxitos del proceso. Tal vez su única “gran obra” en estos tres lustros de ineficacias con su monumental saldo de destrucción de la democracia, la propiedad y la justicia llevada adelante por esta privilegiada casta política incrustada en el Estado como una garrapata prehistórica.
La línea amarilla depende de si la alimentación doctrinaria que proporciona Cuba pasa a ser definitivamente una invasión silenciosa consentida de áreas claves del Estado venezolano por parte de órganos del Estado cubano. Los datos sobre cesiones de soberanía  no deben formar parte del juego político. Son aspectos que no pueden usarse como alarmas inmediatas para luego lanzarlas al cesto de lo que aceptamos como normal. Si se verifican hay que actuar con mucha contundencia y abandonar el más de lo mismo de las denuncias: Vale todo. Es un tema para la agenda del diálogo.
Otro tema que no puede pasar por debajo de la mesa es el de los militares partirizados contra la Constitución y la dignidad de la Fuerza Armada. Proclaman su felonía por su versátil adulancia, por el pavor a prescindir un segundo de la impunidad que este “gobierno” les asegura y por la intención de echarles gas del miedo a las crecientes expectativas de cambio.
Pero más allá del diálogo de Miraflores, afortunadamente, ha emergido también en el país gente que al margen de la polarización están configurando espacios de encuentro entorno a aspiraciones comunes. Una mayoría conformada no solo por miembros de los dos polos en pugna sino también por gente despolarizada o que no se siente atendida por las instancias de representación que deberían canalizar sus demandas.
Un signo de esta novedad está en la elevación de la inconformidad en la base popular que apoya la “revolución”, en el incremento de las protestas predominantemente rojas rojitas y la multiplicación de las luchas que desbordan el esquema convencional del choque gobierno-oposición porque la inseguridad, el costo de la vida, los apagones o la tragedia de los hospitales no respeta carné.
El país, pues, está buscando rescatar la convivencia, el derecho a estar juntos con nuestras diferencias y la manera de enfocarse en generar soluciones y mirar hacia adelante. Cuando las motivaciones de futuro nos liberan de las estériles trampas del pasado los cambios son indetenibles. Entonces, lo primero que se gana es la esperanza. Y con ella ganamos todos. Bienvenido 2014.

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