Alerta – Ramón Guillermo Aveledo

Comenzamos 2014 recibiendo con retardo los datos económicos oficiales originados en el Banco Central. ¿Què dicen? En realidad, nada que supere lo que vivimos a diario. Lo importante es saber leerlos. Los niveles de inflaciòn, en particular los de alimentos, son como la temperatura de la economía. Y la economía tiene que ver con nuestras necesidades. Con nuestra vida.
La fiebre no es el problema, sino el síntoma de una infección. La infección està en una política imposible. Porque la política económica es inviable, ningún país ha progresado haciendo lo que aquí se hace. Y también lo es la política-polìtica, que parte de la falsa premisa de que medio país no existe y si existe es enemigo.
Los precios, en la estimación oficial del BCV, cerraban 2013 con un alza anual de 56.2%, cuando por fin dieron los datos de noviembre y la decembrina era una proyección. Eso significa lo que todos hemos sentido, que cien bolívares de enero valìan para fin de año un poco màs de cuarenta y tres bolívares. Desde noviembre de 2012, los precios de los alimentos, algo que no se puede dejar de comprar, subieron casi en un ochenta por ciento en doce meses, y a eso hay que sumar los problemas para conseguirlo. Inflaciòn alta con escasez en una economía que no crece y moneda inestable, con diferencia muy ancha entre el cambio oficial y el que se consigue en el mercado paralelo.
Asì, ¿Quién ahorra y quien invierte? Con inflación fuera de control ahorrar es un pésimo negocio, porque la plata cada dìa vale menos, y el alza en los intereses es  mìsera ante los mordiscos que le dan al dinero los precios altos. E invertir es muy complicado, porque no se puede calcular cuàntos recursos harán falta para completar el proyecto. Si una persona quiere montar un negocio, comercial, industrial o agrícola o ampliar el que tiene, tiene que estar en capacidad de estimar la cantidad que necesitarà. Con inflación la tarea es difícil y si no se consigue lo que requiere, peor aùn.
Todos esos problemas, que son grandes, tienen solución, pero ella no està en la demagogia ni en la represión. Esa es la fòrmula ensayada por el gobierno para su provecho político inmediato. Pero no va a resolver nada. Al contrario, agravarà la situación, porque los precios altos, la escasez y el tipo de cambio artificial vienen precisamente de la demagogia y la represiòn. Y màs gente sufrirà las consecuencias al no poder conseguir lo que busca, no poder pagarlo o no encontrar empleo.
El gobierno, que terminaba el año fortalecido por el resultado electoral y el diálogo con los alcaldes, ha dado síntomas de que ese fortalecimiento era màs aparente que real. Altos dirigentes oficialista han tiroteado la reunión con los nuevos gobernantes municipales electos en la plataforma de la Unidad, y una declaración inhumana y falsa en su fundamento del propio Maduro acerca de Simonovis y los policías presos, le ha mostrado en posición de debilidad con relación a otros factores del poder. ¿O serà que alguien le està aconsejando un “intercambio” al estilo de la Guerra Frìa? Ya uno, la verdad, no està en condiciones de decir “No puede ser”.
La insistencia en la propaganda de la “guerra económica”, un invento para excusarse y culpar a otros, apunta hacia màs demagogia y represión. Con ellas, el gobierno huirìa hacia adelante, pero esa es una calle ciega.
Nadie en su sano juicio puede desear tal perspectiva. Se trata de la constatación de hechos puros y duros. Los datos del BCV corroboran, conservadoramente, lo que dice la economía familiar. La política económica no ha funcionado, porque no funciona. La “guerra económica” es el mentiroso nombre de la demagogia y la represión. Y por ahì, no es