Planteamientos – Contraelogios al fracaso

Son recurrentes los textos que abordan el tema del éxito en los diferentes ámbitos de la vida, pero igualmente los hay dedicados al fracaso. Los elogios fluyen a raudales al momento de los vencedores, directamente o por intermedio de sus panegíricos o apólogos, decidirse a escribir sus páginas de gloria. Pero los derrotados por las adversidades, irónicamente también tienen cabida en la historia, trátese de una literatura basada en la realidad o en la ficción. La exaltación de los errores también cuenta al momento de contabilizar la experiencia. Lástima que a muchos no les sirva de nada. Tanto es así, que terminan suicidándose. Sin discriminación: científicos, filósofos, literatos, poetas, artistas y políticos. Para decepción de los acólitos, fans o fanáticos.
En materia de éxitos y fracasos esperados mediante el aprendizaje, en la década de los ochenta (la llamada década perdida para América Latina), se escribieron dos obras emblemáticas, por contraste: “Lo que no enseñan en la Escuela de Negocios de Harvard” (Mark Mc Comarck); y “Lo que sí enseñan en la Escuela de Negocios de Harvard” (F.J. Kelly y H.M. Kelly). Según se le mire, una manera de prestigiar a la institución universitaria estadounidense, por la vía de elogios y contraelogios.
Según la reseña editorial, el texto: “Instrucciones para fracasar mejor”, del escritor español Miguel Albero, acaba de publicarse, justo al final del año que culmina. Lapso que, a juzgar por el balance noticioso de los medios de comunicación, en nuestra opinión, fue más pródigo en fracasos que en éxitos. Sobre todo, cuando la realidad se continúa expresando en términos disyuntivos y dilemáticos, apegada a los cánones de interpretación provenientes de una lógica dicotómica ya superada.
La lógica polivalente, “el triunfo de los matices”, el principio de la complementariedad, el “diálogo de saberes”, la transdiciplinariedad, entre otros referentes, pasan a constituir elementos del nuevo paradigma científico que se ha hecho cargo de demostrar la inviabilidad de las verdades absolutas como desiderátum en la formación del conocimiento.
Esa vieja mentalidad, esa manera de concebir el mundo desde la política, por momentos, posibilitó que en 1992, acentuada la globalización, (El fin de la historia y el último hombre), académicos como Francis Fukuyama y sus seguidores proporcionaran a los líderes mundiales la tesis del pensamiento único, a partir de  los resultados de la experiencia soviética. Visiones distintas fundamentan la vigencia de un pensamiento plural para la interpretación de la dinámica internacional. La realidad permite construir contraelogios al fracaso.
Icono emblemático de esa manera de entender la realidad y traducirla en la práctica discursiva, asociada al poder lo fue Luís XIV: “El Estado soy Yo”. En el caso nuestro, guardando las distancias, uno de los considerados “padres de la democracia”, Jóvito Villalba, a quien se le atribuye la frase: “Mi partido y yo, yo y mi partido”. Esa impronta del pensamiento único y del autoritarismo, en los recientes comicios municipales igualmente ratificó la perversa imposición de candidatos. ¿En un alarde de interpretación diferente, quién hizo elogio del fracaso para reconocer el triunfo?
Por estos días navideños sobraron elogios por la paz. Pero resonando los clarines de la guerra. Anuncios de una política distinta fueron noticias en titulares de primera página. ¿Cuándo? El Día de los Santos Inocentes. Ya voceros del gobierno y de la oposición proclaman revocatorios de gobernadores.
En ausencia de lecturas distintas, más aprehensivas de la realidad por venir, puede tener valor para el intelecto político venezolano el citado texto. Su título se inspira en la cita de Samuel Beckett, el escritor irlandés, representante del teatro del absurdo: “Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.”
Albero, a modo de moraleja, sostiene: “fracasar mejor es descontar que vas a fracasar, apostar por un proyecto sin esperanza con convencimiento, y luego disfrutar del fracaso”. Una advertencia irónica que, a nuestro modo de ver, invita a construir una política diferente.