DICTAMEN – ¿Feliz año?

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Difícilmente haya habido en la historia de Venezuela un año tan complejo como el despedido 2013, así como tampoco es común el grado de incertidumbre con el que se recibe este nuevo año. Ante esta coyuntura es clave evaluar las premisas, generar nuevos consensos y definir una estrategia clara en el marco de la lucha política en favor de la democracia y el cambio. Los resultados electorales del año pasado muestran un país dividido en dos mitades antagónicas, a pesar de la partida física del caudillo Hugo Chávez. La primera conclusión que debemos sacar es que el proyecto revolucionario que tiene quince años en el poder logró superar la ausencia de su único líder y trascenderlo. Y es que quizá ya la fortaleza principal del partido de gobierno no es la figura de Chávez hoy mitificada pero a la vez disipada, sino la estructura rentista en la que se conectó a Pdvsa con el PSUV sin la intermediación del Gobierno ni mucho menos del Estado. Esta es la clave para medir la popularidad de Maduro y la votación del PSUV en esta época postchavista. Cualquiera que cuente con la chequera de Pdvsa sin control ni medida podrá mantener aceitada una maquinaria electoral capaz de ganar elecciones.

Si se analiza con detalle los recientes resultados electorales se podrá observar como en las ciudades la población es opositora mientras que en las periferias y los campos sigue existiendo una hegemonía roja. La razón no es otra que en esos espacios marginados por el desarrollo no hay oportunidades más allá de la dependencia con el Gobierno bajo el formato de rentismo petrolero partidista. En los caseríos, barriadas y campos nada puede competir con la promesa de una casa, una pensión, una computadora, una nevera y comida subsidiada aunque racionada. El empleo formal es casi una utopía en esos espacios más allá que el poder adquisitivo de un salario mínimo no alcanzaría para nada de lo anterior. No solo existen dos países distintos desde la perspectiva electoral, sino que también existen dos Estados, el formal y constitucional, y el paralelo que se financia con fondos petroleros manejados por un partido político a través de autoridades ilegítimas. Lo primero es consecuencia de lo segundo.

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Irónicamente este modelo procomunista ha convertido a los ciudadanos en individualistas hasta el punto que ya nadie exige que se arreglen la cloacas, las calles, las escuelas o los hospitales; sino que le regalen más bien una nevera o una casa. Se ha perdido el sentido colectivo de sociedad y todos reclaman su pedazo de riqueza petrolera aunque tengan que hacer cola. No es chavismo, es rentismo llevado al punto más exarcebado posible. El problema es que este esquema es a su vez la causa de la devaluación más grande de nuestra historia y las más alta del mundo actualmente. El Gobierno implementa un paquetazo neoliberal que ha empobrecido como nunca a la población que sigue entretenida cazando subsidios, lo cual más temprano que tarde se convertirá en racionamiento.

El reto en este 2014 es abrirle los ojos a la población que todavía no dimensiona el tamaño de la crisis ni mucho menos identifica a los responsables. Ya no se trata de chavismo o antichavismo (esa etapa pasó), sino de atraso o progreso, de democracia o comunismo, de rentismo o desarrollo, de persecución o libertad, de escasez o producción, de crisis o cambio. Para esto contamos con la MUD y las principales alcaldías ganadas en diciembre que serán las vitrinas del cambio nacional que debemos seguir procurando por cualquier vía constitucional. Quizá este año no sea tan felíz, pero estará lleno de retos y compromisos. Sigamos adelante con fuerza y esperanza para consolidar una mayoría contundente en favor del cambio y el progreso.

Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.

Twitter: @chatoguedez

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