Las crisis del desarrollo. Se denominan todas aquellas etapas por las que el ser humano debe transitar, como parte de su crecimiento y proceso de madurez. Son esperadas, pero no dejan de ser algo nuevo y desconocido.
Entre estas se encuentra por ejemplo, el nacimiento, la infancia, la pubertad y la adolescencia, además, el paso a la adultez ¡oven, a la edad madura y a la tercera edad, sin olvidar el acercamiento a la inevitable muerte.
En cada una de estas crisis hay situaciones de pérdida y desequilibrios que forman parte natural del proceso de desarrollo. Se sabe por ejemplo que, un adolescente o un adulto mayor debe enfrentarse con cambios importantes de su cuerpo, o una independencia a la que quizá no estaba acostumbrado, o un adulto medio con la formación de su propia familia y un inmenso esfuerzo por la productividad.
Por otro lado, están también las etapas de crisis que llegan sin avisar y alteran totalmente el equilibrio que se tenía o el ciclo que se estaba viviendo. Entre estas se pueden mencionar por ejemplo, la perdida de un ser querido, de un trabajo, la aparición de una enfermedad, un derrumbe económico, una ruptura a nivel familiar, etc.
La dificultad de enfrentar los cambios o las crisis reside en la mayoría de las veces, en el temor a vivir lo desconocido, en el tener que crear o buscar nuevos recursos para superar algo a lo que no se está acostumbrado. Suelen generarse turbulencias emocionales y racionales, síntomas físicos, así como diversos grados de incertidumbre, desconfianza, entre muchas otras reacciones. El orden previo se quiebra, el equilibrio que se había sostenido, desaparece también. Lo que antes funcionaba, ya no. Por ello, siempre toma tiempo salir adelante y acomodarse al nuevo ciclo.