En medio de numerosas interrogantes y expectativas en torno a lo que será el acontecer de la economía venezolana, el año se inicia este primero de enero de 2014 y la Nación no puede continuar por el camino que conduce al fracaso económico, la pobreza y la pérdida de libertades, sino que reclama una modificación del actual modelo, el cual no puede continuar soportando ten pesada carga.
Durante su último mensaje al país, Fedecámaras hizo un dramático llamado para que no se continúe rumbo al precipicio y se den los pasos para hacer cuanto antes los ajustes al modelo económico para así poder evitar en el 2014 una crisis mayor a la que se ha venido registrando el año que concluye y que solo deja calamidades como una inflación superior al 52%, la mayor de la América Latina y una de las más elevadas del mundo; con diez años de control de precios que solo en alimentos registra un acumulado de 1.953% de inflación; el índice de escasez en cifras oficiales supera el 22%, pero la realidad señala que está por encima del 26%; una inamovilidad laboral que se ha convertido en una cuello de botella para las empresas, mientras que las reservas líquidas apenas superan los $ 1.800 millones que cubren sólo una semana de importaciones.
Estas son algunas realidades a las cuales el Estado tendrá que enfrentarse este año, a lo que hay que sumar que hoy el parque industrial venezolano tiene 4.000 establecimientos menos, que equivalen a los 205.000 empleadores menos, que los inventarios de la mayoría de las empresas que hoy están operando apenas es de un 15%, lo que ha obligado a dar vacaciones colectivas por cuanto estaban operando a menos de 35% de su capacidad instalada; pero además el Gobierno le adeuda sólo a la industria nacional alrededor de $ 5.000 millones y en general a todo el aparato productivo unos $ 8.000 a 10.000 millones, recursos que no tiene de dónde sacar para poder cumplir con estas obligaciones.
Todas estas consideraciones, son las que han estado contribuyendo para que hoy las familias venezolanas, se vean en la necesidad de realizar largas colas para poder adquirir los productos básicos, muchos de los cuales se han dejado de producir debido a los controles de precios, ya que muchos de los insumos y materias primas que se traen del exterior, tienen costos que son más elevados que los precios de regulación para la venta al consumidor final, y bajo estas condiciones nadie está dispuesto a producir a pérdidas.
Por otra parte, Pdvsa, aun cuando el alto mando lo niega, se ha convertido en un apéndice político de Miraflores. Su nómina de trabajadores se ha multiplicado con creces en los últimos años, y al mismo tiempo, como han señalado reputados economistas, ha sufrido un franco deterioro en la calidad de su capital humano.
La empresa petrolera estatal ha adquirido atribuciones ajenas y variadas, con actividades que se han extendido hasta sectores tan disímiles como la agricultura y la comercialización de alimentos. Su pérdida de eficacia y productividad ha sido tan considerable, con menor transparencia, signos de amplia corrupción, creciente endeudamiento y problemas de caja recurrentes que inciden en mora prolongada de cuentas por pagar y paralización de planes de mantenimiento.
La crisis en el Sector Eléctrico Nacional, a pesar de que se han ejecutado inversiones por el orden de los US$ 70.000 millones de dólares, de acuerdo con las cifras que manejan los entendidos, a lo largo de los últimos años, el problema no se ha podido corregir, sólo en el año que está por concluir se han contabilizado en el interior del país más de 18.000 fallas eléctricas, mientras que solo en la Capital de la República se pasó de 45 fallas el año pasado, a más de 500 en lo que va de este año, de acuerdo con las estadísticas del Comité de Afectados por los Apagones, ONG que le ha quitado el sueño al ministro de Electricidad, cuando emiten sus pronunciamiento, donde lo emplazan a renunciar al fracasar en la solución de este problema, tal como lo prometió cuando se juramentó.
El reclamo empresarial
Tomando en consideración que el 70% del Producto Interno Bruto (PIB) se origina en el sector privado; ocupan el 80% de los trabajadores y generan el 58% de los ingresos del gobierno central no petrolero, a través del Impuesto Sobre la Renta y el Impuesto al Valor Agregado, es razonable que establezcan algunas condiciones que se deberían cumplir este año que se inicia, como es la necesidad de precios asequibles; abastecimiento de productos, materias primas e insumos, estabilidad y cada vez más oportunidades para desarrollar el talento de nuestra gente; se requiere de una economía fuerte y para ello tenemos que producir en Venezuela, dejar a un lado las importaciones que solo contribuyen a desperdiciar las divisas.
La empresa privada considera que la solución al alza de los precios y al desabastecimiento es incrementando la producción nacional, no empresas que cierren sus puertas, apoyo real a nuestros productores del sector primario y poner un freno a las importaciones irracionales, eliminando asimismo los mecanismos que generan distorsiones y corrupción como es el caso de Cadivi, lo cual según lo dicho por el propio gobierno, “ya cumplió su cometido”, sustituyéndolo por mecanismos que permite la inversión y recuperen la confianza.
Asimismo, emplazan al gobierno a poner a producir más a las empresas públicas, mejorar los servicios públicos, realizar nuevas inversiones en infraestructura, especialmente en vialidad, puertos y, en especial, el servicio eléctrico tienen que mejorar en forma inmediata, peticiones que son perfectamente válidas.
