La orden de Herodes de degollar a un niño, el Salvador, se transformó en el asesinato de miles de inocentes.
La promesa de Carlos Orlando Colmenárez por petición de sanación de su hermano Carlos Luis Colmenárez al Divino Niño, tres años más tarde, se transformó en miles de promesas por parte de los pobladores de La Miel, municipio Simón Planas, quienes luego de cumplida la ofrenda de la familia Colmenean aceptaron el compromiso de mantener la tradición de Los Zaragozas como parte de las celebraciones conmemorativas del poblado.
Durante el día de ayer, Día de los Santos Inocentes, por tercer año consecutivo Los Zaragozas de La Miel salieron a las calles de su pueblo desde las 6:00 de la mañana para cargar en hombros la imagen del Divino Niño, y al son del golpe y merengue larense, visitar las 16 paradas dispuestas en el pueblo a fin de orar por las almas de infantes oriundos de La Miel que han fallecido en trágicas circunstancias.
Con una misa a las 9:00 de la mañana hicieron un alto en su procesión y recordaron aquel episodio cristianismo.
Durante el oficio de la ceremonia fue rememorado lo dicho en las escrituras sagradas sobre la matanza de todos los niños menores de dos años de edad, nacidos en Belén.
Con salves y décimas fue sacada en hombros de la iglesia la imagen del Divino Niño, que fue cargada por mujeres y hombres del pueblo, en petición por el alma de algún familiar fallecido, por la salud de un niño enfermo o por solicitud de bendiciones.
Los colores amarillo, por el nacimiento de Jesús, y morado, por la muerte de los inocentes fallecidos, recorrieron las calles de La Miel en los trajes de los más de 400 promeseros que parada tras parada se sumaron durante el día, sin importar la inclemencia del clima soleado. Los Zaragozas danzaban por las calles, repartían caramelos, y eran recibidos en los hogares con comida y bebida para saciar la sed.
La inocencia presente
Los niños fueron los principales protagonistas de este encuentro, en el cual también se les habló de la simbología e importancia de la Navidad, que según Carlos Orlando Colmenárez ha perdido sus matices de inocencia, al punto de convertirse en época para el alcohol.
“A los niños se les explica que es una celebración porque no fue asesinado el Niño Jesús, y a la vez una conmemoración por los niños que murieron ese día”, comentó Colmenárez que al describir la tradición en La Miel apuntó que no aceptan máscaras satánicas o diabólicos en la congregación.
“Caritico” es el nombre de las máscaras tradicionales de Los Zaragozas. Las mismas representan el antiguo maquillaje de los niños muertos: polvo blanco, mejillas coloradas y labios rojos.
Los cascabeles son los elementos de sus trajes que simbolizan el momento de la santa sepultura de los niños inocentes, quienes murieron antes de cometer pecado alguno. A juicio de Colmenárez se trata de una fiesta para los niños vivos y muertos, a quienes invitan a recordar que Dios está en sus corazones.
“Sentimos la necesidad de inculcar en nuestros niños de La Miel que la Navidad y el Niño Jesús no son sólo un juguete, sino también bendiciones. Eso nos pasó a nosotros que ya somos adultos y queremos que lo que una vez fue una promesa de mi familia se convierta ahora en una tradición en nuestro pueblo”, dijo Colmenárez.
La comunidad y el Divino Niño
Esta tradición es iniciativa de la comunidad que desde el mes de octubre y con recursos propios organiza esta celebración, de coloridos matices cristianos.
Familias y grupos organizados de La Miel elaboran sus trajes y delegan funciones para celebrar durante el día entero a los Santos Inocentes, también día del hijo de Dios. La procesión fue acompañada por cuatros y tambores larenses.
