Por la puerta del sol – ¡Adiós año viejo! ¡Adiós!

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Lágrimas, abrazos, brindis, uvas y campanas hoy te despiden. Yo también te despido conmovida a pesar de todo, agradecida, sigo viva, tuve momentos de felicidad, satisfacciones, momentos de fe, acción, alegrías, sigo abrigando muchos sueños, conservo la sonrisa, sigo en la lucha, creo en Dios.
Cada época es forjadora de nuevas ilusiones. Algunos han perdido la esperanza de tener un país alentado por una paz duradera, la reconciliación de todos y el abrazo hermano que la intolerancia en odio convirtió. Se ha perdido la sensación de equilibrio político, de solidez económica, igualdad jurídica y respeto de los derechos humanos.
Te vas Año Viejo cargado de inmensas convulsiones, corrupción y  males enormes. Pasaron los meses, los días pasaron, llegó el momento de tu partida; te vas quedando rígido y quieto sobre el final de los silencios, dormido en la hora suprema del espacio. Tramontas la barrera del fin, lentamente te vas debilitando, la última hoja del calendario es irremediablemente tu sudario. Con cifras descomunales te vas al ocaso dejándonos en manos del odio y  la injusticia, el mayor infortunio por años padecido.
Renace la fe, llega Enero, regresa la esperanza alumbrando tus vacíos, duermen los montes, se despierta el cocuyo, te esfumas, cae la última hoja, termina tu jornada.
Los hijos de Venezuela, los perseguidos políticos, los enfermos e injustamente condenados, los oprimidos y humillados, siguen esperando un cambio con su mochila llena de infortunios y preguntas. Atrás quedaron los que se fueron con su carga de daños para nunca más volver, acá se quedan muchos  que tienen muerta el alma y malvado el corazón.
En medio de tantos sinsabores aprendimos que la paciencia tiene su tiempo de espera, que la fe reanima, que Dios en su momento hará presencia en este mundo de bárbaro caciquismo. Los lazos del cariño podrán aflojarse pero nunca romperse, podrán encarcelarnos el cuerpo nunca el alma, mucho menos el pensamiento. Sufriendo hemos aprendido a fortalecernos, a romper las ataduras, defender la libertad, desapegarnos de lo que nos daña, vencer los miedos. Cantamos aunque el dolor nos aguije, los encantos de la vida llegan por migajas, las contrariedades por montones; seguimos siendo buscadores de sueños y satisfacciones que van quedando encarnadas en el misterioso barro de que fuimos hechos, seguiremos luchando hasta lograr salir de la pesadilla que carcome nuestra alma y el alma nacional.
El martes a media noche te irás para siempre, pesado es tu equipaje. Te vas dejándonos la inflación  más alta de la historia, nos dejas una carga de violencia y profundos odios políticos, represalias, venganzas, mentiras, trampas, inseguridad, carestía, desabastecimiento, carreteras y calles llenas de huecos, basura y suciedades, colas y más colas, apagones inauditos, desempleo, asaltos a la empresa nacional, pésimos servicios  públicos, invasiones groseras, falta de agua, injusticias, polarización, crímenes, abusos, con un balance totalmente negativo en salud, en moral, economía, política, cultura, educación.
Terminamos el año sin respeto ni derechos humanos, con los medios de comunicación autocensurados, reprimidos, las alcaldías ganadas, saqueadas por los perdedores antes de entregarlas. Te vas año viejo cargado de malas sorpresas, con la habilitante adornada a no dudarlo con nuevas leyes, aumentos e imposiciones que entre gallos de media noche aparecerán en Enero publicados. El hundimiento del Titanic venezolano es indetenible. Este es el fin de un terrible fracaso anunciado hace catorce años. Como dijera en su famoso discurso Luther King,”Nosotros también tenemos un sueño: “No estamos satisfechos y no lo estaremos hasta que la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente. Nadie está satisfecho ni lo estará mientras se tenga una justicia torcida y mal llevada”
Hemos sufrido, es cierto. A pesar de esto la vida sigue y es extraordinaria. Hemos sido golpeados, ¡nunca vencidos! , la esencia sigue intacta, la lucha fortalecida. Seguimos disfrutando los pocos momentos que la vida nos regala,  inmersos en la historia,  somos sus protagonistas. El viento lleva muchos años soplando en contra, la idea de cumplir nuestras metas y sueños más queridos están más vivos que nunca, hagamos que el viento sople a favor en este momento en el que vamos a despedir un año que se va para dar la bienvenida al que llega, con el corazón lleno de esperanzas.
¡Feliz Año, mis queridos lectores!
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