Para los habitantes del caserío Las Veritas, El Patriota, La Falda y El Viguiadero, contiguos al pueblo de Tintorero, en el municipio Jiménez, en el estado Lara, la tarde del 25 de diciembre los sorprendió de forma amarga.
Una inusual y torrencial lluvia se desató a eso de las 2 p.m. y amenazó con la paz que se respiraba el día después de Nochebuena. La lluvia, que se extendió por una hora, será recordada entre los lugareños por haber sido «la primera vez que cayó granizo» en toda la historia de esos lugares. Pero, más allá de la anécdota, la precipitación causó daños materiales en los caseríos de esta zona del municipio.
Pausides Pérez es uno de los habitantes de Las Veritas que resultó ser el más afectado por dichas lluvias del pasado miércoles. Él sufrió el colapso de un galpón de su propiedad, el cual contenía cerca de 100 mil bolívares en artesanía, usada como mercancía para vender y proporcionar sustento a su familia.
«Acababa de comprar cerca de 60 mil bolívares en pieza de artesanía, más 40 mil que ya tenía», dijo Pérez, mientras señalaba dos estantes que permanecían sin daños, lo que le quedó después de la lluvia. El ala derecha de dicha infraestructura permanecía en el suelo mientras familiares y amigos lo ayudaban a limpiar para, posteriormente, levantar la edificación nuevamente. Además del depósito de mercancía, Pausides también registró daños en el techo de la vivienda, donde se levantaron las tapas de zinc, «aún no la he visto pero habrá que arreglarla también», le comentó a un sobrino quien le llevó las malas nuevas.
Para las 85 familias que viven en dicho lugar, en proporciones diferentes, la lluvia con hielo causó daños a sus propiedades o a las calles, «que se convirtieron en quebrada» comentó Alirio Rodríguez, haciendo referencia a la magnitud de la precipitación.
Estos caseríos tienen como principal actividad económica la venta de artesanía en las adyacencias de la autopista que comunica al estado Lara con el Zulia, es por ello que, al momento del suceso, varias hamacas, jaulas, y piezas ligeras, se desprendieron de los estantes para terminar replegados a metros a la redonda.
Por su parte, Yuliseth Yusti, es madre de tres hijos, y sufrió la inundación de su casa debido al desbordamiento de una quebrada ubicada a metros de su propiedad.
La fuerte corriente del agua, provocó que esta regresará a su cauce y sobrepasara los diques improvisados apostados al borde de la quebrada, «el agua me llegaba a las rodillas», dice quien no perdió ninguno de sus enseres.
Al igual que Yusti, José Bernardo Rivero, de 67 años de edad, se le desplomó parte de su vivienda hecha de barro con carrizo, después que el agua de la quebrada llegara hasta su ubicación, «Dios quiera que alguien nos resuelva», suplicó.
Los afectados indicaron no haber recibido visita por parte de autoridad alguna durante y después de los hechos del pasado miércoles, «aquí no vino Protección Civil, bomberos…, ¡nadie!», comentó Alirio Rodríguez, quien junto a sus vecinos piden el reforzamiento de los bordes de la quebrada, así como mejorar las vías de acceso de los caseríos que quedaron incomunicado por varias horas después de las lluvias.